Las colecciones de arte moderno y contemporáneo del Museu Nacional d’Art de Catalunya tienen su origen en la Exposición Universal que se celebró en Barcelona en 1888.
A partir de aquel momento y por procesos muy distintos –desde los sistemas museísticos y las adquisiciones institucionales, hasta las donaciones de particulares y artistas, pasando por suscripciones populares–, se fue conformando una colección al mismo tiempo muy coherente y característica, puesto que refleja los gustos de una época, una sociedad y un lugar específicos, y muy cosmopolita, ya que abarca todo el período de la formación del artista moderno –bohemia, vanguardia, etc.–, en perfecta coincidencia con la ascensión de la burguesía y la consolidación de la ciudad de masas, tecnificada e industrializada, gran espectáculo de sí misma –multitudes, nuevos media, publicidad…–, pero también escenario violento de la lucha de clases, de la revolución y la guerra.
A lo dicho hay que añadir que se trata de una colección muy variada, que, además de las artes tradicionales, contiene importantes fondos de dibujo, grabado, caricatura, cartelismo, artes decorativas, arquitectura, fotografía, numismática, etc.
No estamos, pues, ante una colección que refleje los procesos del arte moderno tal y como los explican las historias más ortodoxas, es decir, como una sucesión de «ismos» –impresionismo, postimpresionismo, futurismo, cubismo, expresionismo, etc., etc.–, sino que lo que refleja son, más bien, los gustos, necesidades y aspiraciones de una sociedad, la barcelonesa y catalana entre mediados del siglo XIX y del XX, en toda su complejidad y con todas sus contradicciones, y aquí reside, precisamente, lo extraordinario de su valor y riqueza
Durante mucho tiempo, sin embargo, la colección se ha expuesto sometida a las categorías historiográficas de la modernidad –los «ismos» a los que hacíamos referencia–, a la cronología, a las biografías de los artistas, a los períodos canónicos, a las jerarquías genéricas, etc.
Al contrario, en la nueva exposición en la que estamos trabajando, lo que se intenta es evitar, tanto el forzamiento a que obligan las categorías convencionales de la historia del arte, siempre abstractas, como las constricciones que suponen la cronología o las monografías de artistas, los cánones o las jerarquías. Lo que se va a hacer es permitir que la narración hable por sí sola, que surja del interior mismo de la colección, que genere su propia lógica.
El visitante, pues, encontrará expuestas simultáneamente todas las artes –mayores y menores– y todas las técnicas, así como los nuevos media –fotografía, cine, publicidad, etc.– que a lo largo de la segunda mitad del siglo xix y la primera del xx trastocan definitivamente el mundo del arte y la cultura en una sociedad urbana y de masas, de la que Barcelona es una de sus capitales, todo ello estructurado en cuatro grandes ámbitos: «La ascensión del artista moderno», «Modernismo(s)», «Novecentismo(s)», «Arte y Guerra Civil», con un epílogo dedicado a la recuperación de las vanguardias en los años de la posguerra que, al mismo tiempo, cierra el ciclo y abre nuevos caminos de futuro a las colecciones del museo.
Con alrededor de 1.200 obras en exposición, esta será, sin paradojas, una permanente siempre en renovación, siempre cambiante.
Cap de col·leccions / Chief Curator