Tokyo: The last Station

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Anna Carreras y Mireia Campuzano

La exposición «Barcelona: the city of artistic miracles«, en la que el Museu Nacional prestó unas 60 obras, finalizó su gira por Japón a finales del mes de marzo, de manera repentina, debido a la afectación de la COVID-19. Aun así, la muestra obtuvo un gran eco popular.

Organizada por Nagasaki Prefectural Art Museum y Kobe Shimbun media group, la exposición se centró en el esplendor y riqueza artística de la Barcelona del modernismo y el Museu Nacional fue uno de los principales colaboradores.

Tras una itinerancia por varias ciudades japonesas -Nagasaki, Himeji, Sapporo y Shizuoka- la exhibición consiguió mucho éxito en la capital de Japón, Tokio, concretamente en la Tokyo Station Gallery, a pesar del revuelo que invadía la ciudad por las Olimpiadas (pospuestas para verano del 2021).

Tokyo Station Gallery, quinta sede, iluminada por la noche
Tokyo Station Gallery, quinta sede, iluminada por la noche

Como es de imaginar, se prestaron pinturas de Ramon Casas, Santiago Rusiñol, Joaquín Mir o Carles Casagemas, entre otros. La escultura estaba representada, a modo de ejemplo, por Juli González, Pablo Gargallo o la figura en bronce, restaurada recientemente, Busto de matrona representando Barcelona de Eusebi Arnau, que en algunas de las sedes se situó al frente de la exhibición, como símbolo de la ciudad. Ahora bien, en Tokio, destacaban de manera especial las artes del objeto, concentradas en una misma planta, con mobiliario de Antoni Gaudí y Gaspar Homar, cerámicas vidriadas, luces, un pavimento hidráulico de Lluís Domènech i Muntaner formado por 104 baldosas, joyas de Lluís Masriera y el espléndido vitral la Virgen cuando era niña de Joaquim Mir, extremadamente delicado. Respecto a la obra gráfica sobre papel, se prestó en menor medida dada su vulnerabilidad a la luz.

Busto de matrona representando Barcelona de Eusebi Arnau al inicio de la exposición de la sede de Himeji
Busto de matrona representando Barcelona de Eusebi Arnau al inicio de la exposición de la sede de Himeji

Tokyo Station Gallery

La Tokyio Station Gallery está ubicada dentro de la Estación Central de trenes, uno de los pocos edificios emblemáticos que quedan en pie después de la Segunda Guerra Mundial. Se inauguró en 1914, aunque la idea de construir de forma elevada frente a los jardines del Palacio Imperial es un proyecto del año 1899. Desde la inauguración, se ha reformado la estación en varias ocasiones con el fin de adaptarla a las nuevas necesidades de la ciudad: actualmente circulan unos 3.000 trenes por día y es la terminal de gran parte de los trenes bala.

Los materiales constructivos originales son ladrillos de terracota, madera y hierro, materiales similares a muchos de los edificios modernistas catalanes. Sin embargo, con las sucesivas ampliaciones, se han utilizado materiales característicos de cada época hasta llegar al hormigón que ocupa buena parte de las zonas más actuales.

En el interior de la estación, justo en el centro, hay un espacio circular con columnas concebido como punto de encuentro que conecta a los usuarios con el exterior, el metro, las vías de tren y, curiosamente, con las salas de exposición.

Entrada de la Tokyo Station Gallery donde se observa la pared de ladrillo y la publicidad de la muestra
Entrada de la Tokyo Station Gallery donde se observa la pared de ladrillo y la publicidad de la muestra

Montaje e instalación

La exposición ocupó dos plantas: una de ellas, con paredes uniformes y pintadas de blanco y otra, que mantenía los muros originales de ladrillos de terracota muy valiosos por los japoneses, tanto por su aspecto estético, como por su antigüedad e historia. El aspecto visual de la arcilla cocida era muy poco homogéneo, con ladrillos agrietados y abundantes zonas erosionadas ya que en un pasado habían sido recubiertos de cemento. A efectos prácticos, la museografía fue complicada dado que no se permitía realizar orificios en los muros para instalar anclajes.

De hecho, las obras que debían colgar se suspendieron con cables de acero inoxidable a partir de guías metálicas colocadas en la parte superior de los muros. Las abajo firmantes, conservadoras-restauradores del museo, responsables del correo, decidimos reforzar con doble cable las pinturas de gran tamaño para reducir el movimiento y, además, se añadió un sistema de regrueso aplicado por el reverso de las piezas que permitía que se apoyaran al muro.

Joaquim Sunyer, Tres nus al bosc, Sitges 1913
Instalación de la pintura Tres desnudos en el bosquede Joaquim Sunyer
Joaquim Sunyer, Tres nus al bosc, Sitges 1913
Joaquim Sunyer, Tres desnudos en el bosque, Sitges 1913

En relación a la posible vibración de las obras, hay que hacer una mención específica considerando que Japón es un país con una gran actividad sísmica. En este sentido, desde la Tokyo Station Gallery tomaron todas las medidas preventivas necesarias para evitar una posible afectación sobre las piezas. Son un buen ejemplo los hilos de nylon que ligaban el vaso de porcelana de Antoni Serra, método también usado en las otras sedes.

Instalación del Vaso decorado con figura femenina de Antoni Serra (MNAC 1579) en Tokio y en la derecha, instalación en Nagasaki
Instalación del Vaso decorado con figura femenina de Antoni Serra (MNAC 1579) en Tokio y en la derecha, instalación en Nagasaki

Otro ejemplo claro son los anclajes que fijaban una puerta de Gaudí en la pared o los soportes de metacrilato que sujetaban las cerámicas esmaltadas.

Porta amb marc d’Antoni Gaudí i suports de metacrilat amb dues ceràmiques esmaltades
Puerta con marco de Antoni Gaudí y soportes de metacrilato con dos cerámicas esmaltadas

Asimismo, hay que subrayar la existencia de las vitrinas antisísmicas para amortiguar las vibraciones que se utilizaron en todas las sedes y en las que sólo variaba su diseño. Probablemente en Tokio fueron de las más neutras si se comparan con las vitrinas de alta tecnología que se colocaron en la sede de Himeji.

Vitrina con sistema de polea en Himeji y las vitrinas de Tokio
Vitrina con sistema de polea en Himeji y las vitrinas de Tokio

Arigato gozaimasu

Desde nuestro punto de vista, en Japón emprenden el montaje de una exposición de manera sorprendente. Funcionan con equipos reducidos dedicados a una tarea específica, previamente consensuada al inicio de la jornada y de esta manera no hay intromisiones. Actúan con silencio, discreción, contemplación y por encima de todo con respeto y obediencia. En relación a las obras de arte, trabajan con una consideración cuidadosa y rigurosa, y respeto a los demás, mostrando aprecio por la profesionalidad de cada uno.

Detalles del aspecto final de la exhibición Barcelona: ciudad de los milagros
Detalles del aspecto final de la exhibición Barcelona: ciudad de los milagros

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