Historia, leyenda y representaciones de santa Eulalia en las colecciones del Museu Nacional d’Art de Catalunya

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Milena Pi

Santa Eulàlia capçalera
Detalle de santa Eulalia, Virgen de los «Consellers», Lluís Dalmau, 1443-1445

Los hechos históricos y legendarios se entrelazan en la figura de santa Eulalia de quien esta semana celebramos la onomástica. Nos pareció una buena ocasión para indagar en las fuentes históricas, en el inicio del culto, y en el simbolismo que esta reliquia tiene para Barcelona y la posterior evolución institucional de los condados catalanes. Santa Eulalia mártir, benefactora también está presente en las colecciones del Museu Nacional d’Art de Catalunya, el artículo termina con una pequeña selección de obras y un repaso iconográfico.

La búsqueda de unas reliquias

A finales del siglo IX, Frodoino, obispo de Barcelona, se propuso buscar las reliquias de santa Eulalia, muerta en la cruz cinco siglos antes. Entonces, Barcelona formaba parte de la archidiócesis de Narbona y Sigebod, su arzobispo, las codiciaba para hacer construir allí un nuevo templo bajo su advocación.

Como era habitual en aquellos tiempos, siguiendo las indicaciones de unos rituales previos, oraciones y ayunos, el obispo Frodoino y sus clérigos localizaron «milagrosamente» la sepultura cerca de una iglesia dedicada a santa María. Dicha iglesia sería la actual Santa Maria del Mar (antes Santa Maria de les Arenes) ya que era tradición romana enterrar a lo largo de los caminos de acceso a la ciudad, es decir, fuera de las murallas.

Pero, ¿por qué motivos se emprende esta búsqueda? Frodoino había sido nombrado obispo por el rey franco Carlos el Calvo, de quien recibió también un amplio territorio en las laderas orientales del Montseny y el complejo encargo de gestionar la organización administrativa de los condados catalanes, concretamente de los condados de Barcelona y Girona.

Marca Hispánica
Condados catalanes y de otros territorios a inicios del siglo IX

El momento político-religioso era delicado: el reino de los francos defendía la Marca Hispánica de la amenaza sarracena y parte de los estamentos preeminentes de la sociedad local, recelosos, seguían fieles al pensamiento y la liturgia hispanogoda. No obstante, el clero visigodo no quiso integrarse en la nueva autoridad eclesial del Imperio carolingio y se llevó los tesoros y las reliquias. Para fortalecer la autoridad y el dominio francos en la región, el rey Carlos el Calvo dotó de recursos a los obispados, ya que eran la estructura político-administrativa más representativa en un territorio carente de gobiernos condales eficientes.

Carlos el Calvo, sin embargo, moría en 877 y ese mismo año Wifredo, conde de La Cerdanya y Urgell, fue nombrado conde de Barcelona y Girona. Por primera vez los condados no serán gestionados por un funcionario franco, iniciándose así un linaje de gobernantes autóctonos. Barcelona, ​​Girona, Urgell y poco después Vic serían regidos por el conde Wifredo el Velloso (Guifré el Pelós).

Para legitimar este nuevo proyecto era necesario fusionar la tradición autóctona con el legado franco, la Iglesia y la liturgia de Roma. Frodoino se vio abocado a difundir su prestigio eclesiástico, político y personal, lo que nos conduce al inicio de este relato: el «descubrimiento» (o «invención») del cuerpo de una santa local, ya venerada por la Iglesia visigoda y que implicaba una continuidad de culto, a la vez que reforzaba el vínculo con la Iglesia romana. Una unión entre el pasado y el presente.

Después de que Sigebod desistiera de su búsqueda y volviera a Narbona con las manos vacías, Frodoino exploró los alrededores de Santa Maria del Mar. Hallada la reliquia, fue trasladada con toda solemnidad a la catedral de Barcelona. El cuerpo fue depositado en un sepulcro de mármol y colocado bajo el nivel del altar de la sede. Si la santa había sido localizada por alguien con el prestigio metropolitano de Frodoino y permanecía en su ciudad de origen, su culto enaltecería el orden eclesiástico heredado de los francos y afianzaría el nuevo sistema institucional con capitalidad en Barcelona.

Como apunta Joan-Ferran Cabestany i Fort, «debemos vincular la “invención” del cuerpo de santa Eulalia a una serie de hechos que tienen su origen en el momento y que estructuran el reinado del conde Wifredo I y de sus inmediatos sucesores hasta a mediados del siglo X».

Hasta aquí la hisoria, a partir de aquí la leyenda.

La leyenda de Santa Eulalia

El nombre de Eulalia es de origen griego y significa literalmente «de buena habla», «elocuente». La tradición sostiene que vivió a finales del siglo III y murió a principios del IV. Probablemente nació en el llano de Barcino, en el llamado Desert de Sarrià, cerca de un bosque de cipreses que un prodigio transformó en palmeras. Era hija de una familia acomodada de creencias cristianas y se la describe como una niña sabia, prudente y virtuosa.

En tiempos del emperador romano Diocleciano (c. 244 – 311), cuando tenía 12 o 13 años, se proclamó un edicto que castigaba con la pena de muerte a todos los cristianos que se negaran a ofrecer sacrificios a los ídolos. En Barcino, el implacable gobernador Publio Daciano fue el encargado de ejecutarlo. Eulalia huyó de casa a escondidas para presentarse ante él en solidaridad con la comunidad cristiana perseguida.

Daciano la encerró en la cárcel de su palacio, que la leyenda ubica en el callejón de la Volta de Santa Eulàlia. La leyenda también afirma que el sol, avergonzado, no ha vuelto a entrar nunca más en él y que solo se ilumina el día de su onomástica. Eulalia fue requerida a abandonar la fe y, al negarse, condenada a sufrir trece martirios, tantos como años tenía.

La toponimia de Barcelona y múltiples representaciones artísticas del espacio público de la ciudad mantienen aún hoy las referencias a la santa, a sus tormentos y al poder benefactor que se le atribuye. Desde la parte más alta de lo que hoy llamamos la bajada de Santa Eulàlia, fue lanzada rodando por la pendiente dentro de una barrica llena de cristales y clavos. Las trece ocas blancas del claustro de la catedral aluden a las que ella cuidaba.

El llano de la Boqueria y la plaza del Pedró se disputan el lugar donde santa Eulalia fue crucificada en una cruz de aspa. La leyenda cuenta que para ocultar su desnudez le creció la cabellera hasta cubrirla. Otras versiones afirman que fue la nieve, que empezó a caer para protegerla de la mirada pública. En el momento de expirar, su alma, pura, salió de su boca en forma de paloma blanca.

Santa Eulàlia es copatrona de la ciudad de Barcelona y su festividad es el 12 de febrero. Desde el 25 de septiembre de 1687, y por acuerdo del Consejo de Ciento, la patrona de la ciudad condal es la Mare de Déu de la Mercè.

Bernat Martorell, Flagelación y Crucifixión de santa Eulalia. Del Retablo de santa Eulalia i san Juan, 1427-1437, Museu Episcopal de Vic

Las representaciones de santa Eulalia en el Museu Nacional d’Art de Catalunya

Los atributos de santa Eulalia son la cruz de aspa y la palma, que la identifican como mártir. También se la representa como una joven vestida ricamente con túnica y manto.

En el Museu Nacional d’Art de Catalunya encontraréis una serie de obras de distintos estilos y periodos que ayudan a entender la iconografía de santa Eulalia. Con motivo de su festividad, os invitamos a conocerlas. A continuación pedéis ver algunos ejemplos:

Santa Eulalia en las colecciones de arte románico

Una primera representación de santa Eulalia se observa en la pintura mural de mediados del siglo XII procedente de la antigua iglesia parroquial de Santa Eulàlia d’Estaon, en el valle de Cardós (Pallars Sobirà).

Inspirada en el estilo del círculo de Pedret, la iconografía del ábside de Estaon presenta varios elementos interesantes. La Maiestas Domini se inserta en un círculo entero, reminiscencia carolingia, y la rodea el Tetramorfo. La imagen de Cristo está acompañada por un serafín, un querubín i dos arcángeles. En el semicilindro se representa el Bautismo de Cristo, desnudo en el río Jordán, en el momento de ser bautizado por Juan.

Flanqueando la escena aparecen una serie de santos. Justo a su lado, la Virgen sostiene el cáliz de la eucaristía. A su derecha, santa Eulalia («SCS EULALIA»), la titular de la iglesia. En el otro lado, santa Lucía y probablemente santa Inés.

En la parte inferior, unos cortinajes intencionadamente transparentes permiten vislumbrar una escena de caza. Un hombre con una red, su perro, un jabalí de grandes colmillos y otro animal feroz. Las escenas de cacería, muy presentes en la antigüedad y asimiladas por la iconografía cristiana, deben entenderse como la lucha del bien contra el mal.

Joan Vallhonrat, Reproducción de las pinturas del ábside de Santa Eulàlia d’Estaon
También podéis ver el dibujo de Joan Vallhonrat, Reproducción de las pinturas del ábside de Santa Eulàlia d’Estaon, 1910

Santa Eulalia en las colecciones de arte gótico

El periodo gótico se caracteriza por la riqueza material y la profusión de las artes figurativas en sus diferentes tipologías y técnicas. A lo largo de la colección, la figura de santa Eulalia reaparece con mayor frecuencia y protagonismo.

Aunque en estas tablas santa Eulalia se representa como una doncella hermosa, vestida con túnica y manto y acompañada de sus atributos, en las representaciones que siguen, de Bernat Martorell, el tema principal son algunas de las torturas que sufrió la joven mártir.

En primer lugar encontramos tres compartimentos de un retablo dedicado a la santa. En la escena central, se representa la flagelación ante la mirada de Daciano, sentado sobre un trono. Flanqueando el compartimento central, san Miguel y santa Catalina de Alejandría. El montaje de las piezas es moderno y no se corresponde con el original. En el Museu Nacional también se conserva una cuarta taba dedicada al martirio en el ecúleo de santa Eulalia que procede del mismo conjunto, muestra a los verdugos que le desgarran la carne en presencia del prefecto, otros dignatarios y soldados romanos.

Bernat Martorell, San Miguel, martirio de santa Eulalia y santa Catalina y Martirio de santa Eulalia, c. 1442-1445

Santa Eulalia en las colecciones de arte del Renacimiento y el Barroco

Josep Bernat Flaugier es el autor de este dibujo de santa Eulalia, en el que se la representa nuevamente con la cruz de aspa y sosteniendo un delantal lleno de flores. La leyenda oral, recopilada por Joan Amades, nos aclara este pasaje.

La joven Eulalia era muy caritativa y la gente necesitada frecuentaba su casa porque siempre les daba limosna. Esto molestaba a sus padres, que la regañaban a menudo. Un día que Eulalia escondía pan entre sus faldas para repartirlo, su padre le preguntó qué llevaba y ella respondió que eran flores. Dios obró un milagro y el pan se convirtió, efectivamente, en flores.

Josep Bernat Flaugier, Santa Eulalia
Josep Bernat Flaugier, Santa Eulalia, c. 1794-1797

Santa Eulalia en las colecciones de arte moderno

Llegamos al final del recorrido y nos fijamos en tres obras significativas en las que se representa a la santa. En primer lugar, un expresivo Martirio de Santa Eulalia de Francesc Torras, c. 1860-1876, en el que se ve a Daciano contemplando la escena de la crucifixión.

En segundo lugar, una fotografía de Joan Martí de la escultura Santa Eulalia en la plaza del Pedró, 1874. Como se ha mencionado anteriormente, esta plaza del centro de Barcelona es uno de los posibles lugares donde la leyenda sitúa la muerte de santa Eulalia. En su honor, en el siglo XVII se erigió un monumento conmemorativo. En la fotografía vemos la escultura original, obra de Lluís Bonifaç el Viejo y Llàtzer Tremulles, destruida durante Guerra Civil. Posteriormente, Frederic Marès esculpió la nueva estatua que hoy corona la fuente (1951).

En tercer y último lugar nos detendremos en la pintura de Aleix Clapés para explicar otro pasaje legendario: la Translación de los restos de santa Eulalia de Santa Maria del Mar a la catedral, c. 1890-1902. Cuenta la leyenda que cuando Frodoino localizó finalmente el sepulcro de santa Eulalia, organizó una comitiva para trasladar los restos hasta la catedral, entonces iglesia de la Santa Creu. En el momento de cruzar la actual plaza de L’Àngel, el arca quedó fijada en el suelo y no era posible levantarla. Un ángel apareció en el cielo y señaló a un canónigo que había hurtado un dedo de la santa. Solo cuando la reliquia fue restituida, la comitiva pudo seguir.

Aleix Clapés, Translación de los restos de santa Eulalia de Santa Maria del Mar a la catedral

En la Sala de Actos del Pabellón de la Administración del Hospital de Sant Pau se conserva otra pintura posterior de Aleix Clapés en la que el artista retoma esta temática, es el Entierro de santa Eulalia, 1921.

Aleix Clapés, Entierro de santa Eulalia
Aleix Clapés, Entierro de santa Eulalia, 1921. Imagen del blog de la historia del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau.

Bibliografía

Enlaces relacionados

Obra de la setmana #177 – Santa Eulàlia. Amics del Museu Nacional d’Art de Catalunya

Santa Eulàlia, patrona de Barcelona. Biblioteca de Catalunya

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