Francesc Quílez y Eduard Vallès
El Museu Nacional ha publicado Nonell. Visiones desde los márgenes, el catálogo, reconvertido en libro, de la exposición que se debía haber inaugurado en mayo de 2020 y que no se pudo llevar a cabo por la pandemia de la covid-19.
En el año 2000, el Museu Nacional d’Art de Catalunya celebró una exposición dedicada al artista Isidre Nonell (1872-1911). En aquella ocasión, el planteamiento respondió a una tipología antológica e incluyó, siguiendo un criterio de ordenación cronológica, ejemplos muy exitosos de su actividad como pintor y dibujante.
Teniendo en cuenta la existencia de este precedente, es evidente que no hubiera tenido mucho sentido volver a organizar una muestra de características similares. Transcurrido un período de dos décadas, ha llegado el momento de revisar, con una nueva perspectiva metodológica, la aportación de uno de los artistas troncales de las colecciones del Museu Nacional y revalorizar los rasgos más destacados de su poética y sensibilidad.
Considerado un pintor fundamental para entender las transformaciones ocurridas en el contexto artístico catalán de finales del siglo xix e inicios del xx, en torno a la figura y la obra de Isidre Nonell se han construido un gran número de tópicos historiográficos que han condicionado la valoración de su creatividad y la verdadera dimensión de una poética singular.
Tomando como punto de partida este rasgo de originalidad distintiva, la muestra quiere reivindicar la condición universal del trabajo de Nonell y la influencia que ejerció en la construcción del nuevo rumbo del arte catalán, acercándose a una sensibilidad plenamente moderna, alejada de los convencionalismos, arcaísmos y referentes de la tradición visual occidental.
Pese a reconocer sus grandes méritos, no es menos cierto que su figura ha quedado eclipsada y no ha conseguido emerger con la fuerza que su talento y brillantez merecerían. En parte, esta esquiva fortuna crítica no puede desvincularse de un entorno crítico nada favorable a una propuesta estética muy valiente y nada condescendiente con los principios y postulados que sostuvieron la estética modernista.
Al fenómeno de menosprecio historiográfico también contribuyó el cultivo, por parte del pintor, de una temática social muy alejada de la imagen amable que caracterizó buena parte de las prácticas modernistas. Lejos de sentirse atraído por algunos de los lugares comunes que desvelaron el interés de otros artistas coetáneos, su inclinación provocó el rechazo tanto de la crítica conservadora como de una clientela burguesa que observaron con prevención una propuesta muy incómoda y contraria a sus intereses de clase.
La temática social en Nonell
Nonell decidió convertir en protagonistas de sus composiciones a personajes sociales marginados, cuyos modelos de vida se encontraban muy alejados del acusado sentido esteticista y placiente que presidió la iconografía de la primera generación modernista. Su posicionamiento radical sirvió de estímulo para todos los posteriores autores que, como él, también se sintieron atraídos por estos personajes ubicados lejos de las convenciones sociales burguesas. Sin ir más lejos, estas temáticas también fueron compartidas, entre otros, por Carles Casagemas o Pablo Picasso, y, en gran medida, la obra de ambos, con los naturales matices, resulta más inteligible si se observa desde el prisma de la influencia ejercida por Nonell.
No obstante, con el paso del tiempo todos estos prejuicios se han desdibujado y el contexto adverso ha dejado de condicionar el juicio crítico de sus meritorias aportaciones. Al respecto hay que indicar que, pese a hacer patentes numerosos aspectos coincidentes con las creaciones de otros artistas de su tiempo, Nonell es un autor inclasificable, difícil de adscribir a una determinada corriente artística.
Por otro lado, siempre mantuvo una actitud muy inconformista y descreída con el papel social que tenía que desempeñar el artista. Lejos de tributar servidumbres ególatras, Nonell ironizó sobre la función y la concepción romántica de la figura del creador.
La suya fue una apuesta valiente y arriesgada por convertir un período de gran conflictividad y tensiones, de marcadas diferencias sociales de clases, en un estímulo para abanderar una propuesta estética de una gran carga subversiva. Aunque tuvo predilección por cultivar la temática social –al fin y al cabo, en su obra predominan los personajes humildes, desarraigados, marginados y todos los que podríamos definir como descarrilados de la historia–, Nonell no se caracterizó por llevar a cabo una afirmación militante de defensa de los pobres o los desgraciados.
Aun así, sin convertirse en apologeta o activo defensor de la causa de estos grupos sociales, sí que hizo una contribución mucho más radical todavía, ya que supo convertir a las personas que estaban destinadas a tener un papel de comparsa en la historia de la Barcelona de finales del siglo xix e inicios del xx en protagonistas principales de sus composiciones artísticas. En ese sentido, la dimensión transformadora de su actividad es innegable. Con una visión desprovista de prejuicios clasistas, y desde su condición de desclasado, Nonell fue capaz de dotar de nobleza, dignidad, elegancia y belleza a aquellos modelos que tradicionalmente habían estado alejados de los cánones de belleza clásica. Una de sus grandes aportaciones es la de dar una pátina de lirismo y sensualidad a personas y espacios que por razones sociológicas, pero también del gusto imperante, se quedaban en los márgenes.
Una mirada en contexto
Para entender la complejidad y versatilidad de su creación, la muestra incluye una selección de obras de otros creadores del pasado, pero también más o menos coetáneos, que, como él, también sintieron la misma pulsión por acercarse a la temática social, hasta el punto de usar este material en un recurso instrumental para alimentar distintas propuestas figurativas. En definitiva, se trata de contribuir a entender un fenómeno de época que influenció disciplinas como la fotografía, el dibujo, el grabado o la pintura, y que encontró en Nonell a uno de sus representantes más conspicuos. La variedad de las imágenes, con un repertorio de obras de distintos autores –Ricard Canals, Joaquim Mir, Steinlen, Daumier, Millet, Manuel Ainaud, Joaquim Sunyer, Ricardo Baroja, Casagemas o Picasso, entre otros–, ayuda a enmarcar el contexto en el que se desarrolló no solo la producción de Nonell, sino la de otros artistas que, como él, también compartieron los mismos intereses y se sintieron atraídos por estos motivos temáticos.
Se trata de un enfoque inédito, dado que, por vez primera, la obra de Nonell se podrá contemplar en el contexto en el que se formó y nutrir una vastísima cultura visual. Sin embargo, la confrontación con la obra de otros creadores también servirá para redimensionar la notable originalidad de su poética y el verdadero tamaño de una figura clave en el futuro de la modernidad artística catalana. El diálogo permitirá desterrar determinadas visiones reduccionistas que limitan mucho el alcance de su contribución al considerarlo un seguidor mimético de otros creadores. Aun así, en el caso de Nonell las citaciones, o las deudas figurativas, presentes en algunos de sus trabajos, como un signo positivo de permeabilidad, se transforman en sugerencias visuales que no neutralizan la potencia y radicalidad de un lenguaje muy personal, en el cual la idea de la tradición, representada por obras de Goya y Ribera, también se encuentra muy presente.
La confrontación dialéctica de su producción con la tradición es uno de los ejes fundamentales del relato, y en el caso de la temática de gitanas adopta una verdadera dimensión. Al fin y al cabo, su vinculación con el género se muestra desvestida de los tópicos y estereotipos folclóricos y costumbristas que configuran su identidad. Nonell cambia la visión pintoresca y literaria, para reinventar la temática y dotarla de unos nuevos valores estéticos que superan las connotaciones raciales que marcan la representación de la mujer gitana.
Sus retratos de mujeres gitanas constituyen una de las aportaciones más originales del arte catalán de la época. La suya es una aproximación innovadora y transformadora, porque democratiza un género, el del retrato, tradicionalmente reservado a las élites burguesas dominantes.
La importancia de la fotografía
En cuanto a la fotografía, la exposición incluye una importante representación de realizaciones de aquellos autores que, durante los años de actividad de Nonell, también sintieron una predilección por captar idénticas temáticas. Se podrán contemplar fotografías de Claudi Carbonell, García Ayola, Francesc Serra (autor de las conocidas instantáneas del taller de Nonell y de algunas de sus modelos gitanas), Joan Vilatobà y Frederic Ballell.
De este conjunto fotográfico vale la pena destacar las imágenes de carácter etnográfico y pintoresco de distintos lugares de los Pirineos, realizadas por Frederic Bordas, Lluís Marià Vidal, Eduard Royo y Antoni Gallardo, que servirán para ambientar las producciones pirenaicas de Nonell, o los testimonios visuales –desgraciadamente en un número muy reducido– de personas que sufrieron la enfermedad del cretinismo.
Imágenes aterradoras que nos muestra el objetivo del fotógrafo y que en el caso de Nonell acabarán siendo, a raíz del viaje y la experiencia del verano de 1896 al valle de Boí, la expresión de un universo mágico y cautivador, que, después de pasar por la criba de la influencia de la estética japonesa, rompe con la instintiva reacción de rechazo racional que provoca la contemplación de esas escenas. Se trata de una investigación avant la lettre de un primitivismo popular, un universo que transmite una sensación de serenidad y de irrealidad onírica, distanciado del exotismo orientalista practicado por los pintores decimonónicos o del primitivismo tribal que marcará el desarrollo de las primeras vanguardias.
Nuevas aproximaciones a un artista moderno
La propuesta netamente moderna de Nonell fue más allá y llegó hasta la ejecución material de la obra de arte, ya fuera en el dibujo sobre papel o en el óleo sobre lienzo. Algunas de las líneas de investigación iniciadas por el Área de Restauración y Conservación Preventiva del museo, de la mano de Núria Pedragosa, Ruth Bagan y Núria Oriols, han puesto de relieve la singularidad de Nonell en lo que respecta al tratamiento de los procedimientos pictóricos, la selección de los colores o, incluso, la utilización de los reversos de las obras, con resultados asombrosos gracias a las técnicas de examen y análisis. También han destacado su heterodoxia en cuanto al dibujo, del que Nonell era un gran virtuoso, hasta el punto de explorar sus límites como si fuera un alquimista. El desvelamiento del secreto de los célebres dibujos «fritos»supone una de las aportaciones de esta exposición, a través de un estudio científico y un trabajo de campo empírico, a cargo de Carme Ramells y Núria Oriols, que engloba a otros artistas como Casagemas o Picasso, y que ayudará, sin duda, a arrojar luz sobre esta leyenda que ha acompañado siempre a Nonell.
El libro incorpora también varios textos relevantes de especialistas como Francesc Fontbona, Ricard Mas y Glòria Escala, con singulares aproximaciones a la obra de este artista, además de una cronología actualizada obra Glòria Escala.
En definitiva, el objetivo de esta exposición consiste en poner de relieve la propuesta absolutamente contracultural que Nonell presentó a la sociedad artística de su tiempo, y que ésta no estaba en condiciones de captar. Nonell fue un hombre nuevo en las coordenadas historicoartísticas del cambio de siglo, y eso se reflejó tanto en la elección de los temas como en la ejecución de sus obras. Y lo hizo transgrediendo y enmendando las convenciones que le venían impuestas en todos los ámbitos, y con las cuales nunca transigió, por lo que tuvo que pagar un precio muy alto. Pese a habérsele atribuido tan a menudo la frase «Yo pinto y basta», Nonell fue mucho más que un simple pintor. Nonell fue un artista en el sentido amplio de la palabra, un fino observador de la realidad; una personalidad con un alto sentido de la sensualidad y un gran conocedor de los soportes y los materiales. En definitiva, un creador que supo aplicar una pátina de lirismo y belleza a los estigmas del tiempo que le tocó vivir.
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