Eduard Vallès
Hay personalidades que, sin hacer mucho ruido, aparecen detrás de infinidad de proyectos culturales. Uno de los casos más sólidos dentro del arte catalán es el de Miquel Utrillo, cuya tarea tuvo unos efectos sobre el patrimonio, la crítica de arte e iniciativas culturales de toda índole de lo más difícil de dimensionar, en tanto que la transmisión de ideas o el establecimiento de redes intelectuales no siempre tienen concreciones fácticas o, a menudo, acaban siendo patrimonializadas por terceros. Hay otros personajes que, sin tener ni el espíritu activista ni mucho menos la erudición de Utrillo, acabaron teniendo un papel relevante, como es el caso del fotógrafo, técnico de arte, artista y coleccionista Joan Vidal Ventosa (Barcelona, 1980-66).
Si analizamos en perspectiva su biografía -en este caso la que conocemos, que es poca-, resulta que transitó por algunos espacios y momentos clave del arte catalán del siglo XX. Algunos hitos relevantes son su condición de fundador y alma de El Guayaba; su vertiente como artista y como pirograbador, y, sobre todo, su labor como técnico de arte y fotógrafo de los museos municipales. Como fotógrafo, destacan trabajos como cronista fotográfico del destripamiento de la Barcelona vieja que daría lugar a la actual Via Laietana, por cierto, la misma reforma que demolería el mítico Guayaba, primero ubicado en la plaza de L’Oli y más tarde en la calle de la Riera de Sant Joan; de la campaña de arranques de la pintura románica en las iglesias de los Pirineos, o de la campaña de salvamento del patrimonio artístico durante la Guerra Civil española, entre muchos otros. No es poco. Pero también hay que poner en valor su vertiente como mecenas de los museos municipales, aspecto menos conocido, con donaciones -modestas, todo hay que decirlo- en museos como el Picasso o el Museu Nacional.
Un pasaje importante es su relación con Picasso desde los tiempos de los “Quatre Gats” hasta los años sesenta, cuando tuvo un cierto papel en la creación de su museo monográfico en Barcelona, pero no es este el motivo de este artículo. Este artículo pivotará solo alrededor de un par de fotografías suyas, sin ir más allá.
Vidal Ventosa y Vallcarca
Recientemente ha entrado en las colecciones del Museu Nacional una fotografía de Vidal Ventosa que está relacionada con una obra de la colección permanente de arte moderno. Se trata de una instantánea tomada en 1905 que representa una vista parcial, en blanco y negro, del barrio de Vallcarca. En el reverso está el inequívoco sello del fotógrafo con sus apellidos (“FOTOS DE ARTE / VIDAL Y VENTOSA») acompañados por su clásico busto femenino. Junto al sello hay anotada, en lápiz, la palabra «Vallcarca» y una fecha, «1905», muy probablemente de la mano del propio Vidal Ventosa.
En principio, esta imagen no tiene nada de especial, hasta que nos damos cuenta de que es exactamente el mismo encuadre que una obra de Vidal Ventosa del Museu Nacional. Se trata del pirograbado Vallcarca en noche de luna, en la actualidad expuesto en la sala 69 de la colección permanente de arte moderno. La fotografía data de 1905, por lo tanto, es ligeramente anterior a la fecha de ejecución del pirograbado, entre 1906 y 1907, por lo que es muy posible que Vidal Ventosa hubiera realizado el pirograbado a partir de esta fotografía o de una copia similar.
Vallcarca en noche de luna, participó en la V Exposición Internacional de Bellas Artes e Industrias Artísticas de 1907, que tuvo lugar en el Palacio de Bellas Artes de Barcelona, y fue dada por el mismo Vidal Ventosa los museos municipales en 1964.
Este pirograbado efectista destaca por su singular marco, muy probablemente de la mano del mismo artista. La obra es una original visión nocturna del barrio, que proyecta el efecto de la luz de la luna sobre la parte central. Es evidente que, aunque trabajó a partir de una imagen en blanco y negro, fue el artista quien ideó el original cromatismo, así como una cuidada simplificación de los espacios. Vidal Ventosa sublima ese espacio entonces semiurbano para dotarlo de una condición onírica, casi atemporal. Por cronología y por estética, esta obra ya apunta algunos de los principios que informarán el novecentismo que, apenas alrededor de aquel 1906, Eugeni d’Ors empezaba a poner blanco sobre negro. La carrera de Vidal Ventosa como artista -de hecho, raramente se le cita como tal, sino como fotógrafo- no fue mucho más allá, ya que, aunque se conocen algunas piezas suyas, ninguno presenta la personalidad de este pirograbado. Durante muchos años pasó desapercibida hasta que Alexandre Cirici la citó elogiosamente a El arte modernista catalán en 1951: «Vidal Ventosa monumentalizó el pirograbado con super gran tabla de Vallcarca en noche de luna». Pero su canonización en términos expositivos le vendría al ser expuesta a la mítica Exposición de Artes Suntuarias del Modernismo Barcelonés, que tuvo lugar en el Palau de la Virreina en 1964, comisariada por Joan Ainaud de Lasarte.
En la actualidad, el espacio real de este pirograbado está ocupado, en su parte izquierda, por el puente de Vallcarca, que se empezó a construir tres años después de la foto de Vidal Ventosa, en 1908. En un artículo de corte reivindicativo patrimonial en la revista Tiempo (“Ruinas neoclásicas», 22/12/2009), el doctor Francesc Fontbona se refería a este mismo pirograbado, advirtiendo sobre la inminente demolición del edificio más centrado de la composición. Como ilustración de su artículo, Fontbona aún tuvo tiempo de reproducir una fotografía reciente de la casa, ya muy destrozada. En otra fotografía realizada con motivo de aquel artículo se ve el puente y, a su derecha, la casa en ruinas poco antes de ser demolida. Lo más relevante de todo es que esta fotografía nos permite intuir cuál habría sido el método de trabajo de Vidal Ventosa, haciéndose valer de la técnica de la fotografía, de la que ya entonces era un virtuoso. Pensamos que habría realizado otros, dado que en el pirograbado aparece unos cipreses que no están en esta fotografía, pero sí que se ven en fotografías antiguas coetáneas de Vallcarca.
Algunos vínculos de Vidal Ventosa con el Museu Nacional
Si nos centramos exclusivamente en la relación de Vidal Ventosa con el Museu Nacional, es menos conocida su labor de mecenas, ya que llegó a hacer varias donaciones, no sólo de obras suyas, como el pirograbado, sino también de otros artistas, que se encuentran actualmente en el Museu Nacional.
También se vincula con el museo como fotógrafo municipal que inmortalizó muchas de las obras de sus colecciones. Al margen de su tarea regular los museos, por su trascendencia histórica, destacan, entre tantos otros, un par de episodios vinculados a nuestro patrimonio artístico y arquitectónico: las fotografías que documentan el arrancamiento de las pinturas murales románicas; las fotografías tomadas durante el proceso de salvaguarda del patrimonio artístico durante la Guerra Civil española.
En el segundo caso se trata de fotografías, muchas sobradamente conocidas, tomadas en espacios como el Palau Nacional, el Palau de la Ciutadella, la iglesia de Sant Esteve de Olot o varias dependencias que se habilitaron en ese momento por gestionar las colecciones artísticas, entre otros.
El Museu Nacional también dispone de una copia de época de la instantánea más universal jamás realizada por Vidal Ventosa. Se trata de la fotografía de Picasso en El Guayaba, el célebre cenáculo de jóvenes artistas e intelectuales de la desaparecida plaza de L’Oli, del que Vidal Ventosa era una de las almas y su inquilino, tal como explica Rafael Torrella en el artículo «El Guayaba de Vidal Ventosa» (Revista de Catalunya, núm. 71, 1993).
Esta fotografía es una de las poquísimas imágenes que se conocen de Picasso en Cataluña, donde se ve el artista sentado en el interior del local, entre su pareja francesa Fernande y el escritor y periodista Ramon Reventós Bordoy. En segundo plano, en la pared, se ve una hilera de reproducciones de obras de arte: el retrato de Joan Maragall por Ramon Casas, el de Erasmo de Rotterdam por Hans Holbein, las Tres Gracias de Rubens o una fotografía de Cléo de Merode, entre muchas otras. Gracias a Palau y Fabre, sabemos que esta fotografía fue tomada a finales de mayo de 1906, para ser exactos la tarde de la partida de Picasso hacia Gósol, tal como le explicó a Palau el propio artista. Cruzando la fecha de la ejecución del pirograbado y la de esta fotografía, nos asalta la duda sobre si Picasso hubiera llegado a ver este pirograbado en el taller de su amigo, ya que es muy probable que estuviera trabajando en aquellas fechas.
Esta fotografía, ampliamente reproducida, fue utilizada por Max Aub muchos años más tarde para documentar el personaje de ficción Jusep Torres Campalans. Aub se inventó un artista, Torres Campalans, una biografía y una obra, en un relato de ficción sobre ciertos aspectos del arte de vanguardia. En la elaboración de esta biografía fake de un artista cubista -nacido en Mollerussa y fallecido en Chiapas-, aprovechó la fotografía de Vidal Ventosa para darle una identidad física y, al mismo tiempo, situarle junto al referente máximo de la vanguardia, Picasso. Josep Renau fue quien realizó el fotomontaje, que consistía en cortar la fotografía de Vidal Ventosa por medio y sustituir Ramon Reventós por Torres Campalans, imagen que fue publicada – si bien invertida- en libro de Max Aub que tenía por título el nombre del artista inventado.
Resulta curioso que las dos creaciones que más han hecho trascender a Vidal Ventosa -si exceptuamos las fotografías citadas, de un enorme valor- hubieran sido realizadas ambas hacia el año 1906, a los veintiún cinco o veintiún seis años, cuando aún había de vivir sesenta más. Con Vallcarca en noche de luna entró dentro de la historia del arte catalán y, con la mítica fotografía de un Picasso contento y relajado en El Guayaba, se aseguró una viralización universal que, desgraciadamente, no siempre va acompañada de un reconocimiento similar para su creador. Ambas obras tienen en común el hecho de que inmortalizan dos espacios de memoria, El Guayaba y la antigua Vallcarca, ambos demolidos por las piquetas. Ya no queda nada, de aquellos lugares, sin embargo, gracias al trabajo de Vidal Ventosa, nos ha llegado una de las más sugerentes miradas artísticas sobre Vallcarca y la que es, probablemente, la mejor fotografía de juventud de Picasso.
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