Eduard Vallès
Desde finales del año pasado en las salas permanentes de Museu Nacional se exponen un par de pinturas de Mariano Andreu (Mataró, 1888 – Biarritz, 1976). Hasta fechas recientes la obra de Andreu no estaba presente en las colecciones del Museu Nacional por lo que se refiere a la pintura (hay un par de dibujos y un grabado en el Gabinete de Dibujos y Grabados).
Ante esta ausencia se optó por pedir un depósito en el Institut del Teatre de la Diputació de Barcelona, que conserva el importante fondo que donó el propio artista en 1963. No era la primera vez, en 2008 el Museu Nacional ya pidió a la misma institución, y también en depósito, la obra La commedia dell’arte (1926), que estuvo expuesta aproximadamente un par de años en las salas permanentes.
La obra solicitada en esta ocasión ha sido La comedia (1928), un óleo sobre madera de gran formato, un bodegón que incorpora una alegoría de la comedia, y que evoca las creaciones de artistas como De Chirico. Esta obra ha sido cedida en forma de comodato por un período de cinco años, prorrogables por otros cinco.
Chicas en el balcón: una adquisición relevante
Una vez iniciadas las conversaciones con el Institut del Teatre, apenas en esta transición, el Departament de Cultura de la Generalitat, de acuerdo con los intereses del museo, adquirió una obra de Andreu, que posteriormente depositó. Se trata de una pintura relevante de Andreu, de cuando apenas se cumplían cuatro años de haberse instalado en París. Chicas en el balcón, una pintura sobre cartón de 1924, es una composición que incorpora todavía registros cubistas, pero de factura netamente neoclásica, en la línea de las corrientes novoclassicistes franceses. El cubismo ya había dado sus mejores frutos años atrás, pero sus epígonos eran de lo más variado durante aquellos años. Dentro de la obra de Andreu el cubismo apenas se podría denominar como tal, es simplemente un recurso para aprovechar los vestigios cubistas en la medida que encajan en su propuesta estética, absolutamente personal y desligada de la vanguardia.
Las dos chicas desnudas se visualizan desde una perspectiva ligeramente elevada, que nos revela uno de los aspectos más sorprendentes de su producción, la obtención de perspectivas efectistas. Otro interés de esta pieza radica en el marco que, a falta de un análisis más en profundidad, los indicios nos dicen que podría ser de la mano del propio artista.
Sabemos que los marcos, muy a menudo, eran diseñados y / o realizados por él mismo, circunstancia que liga con su alto nivel de oficio, como conocedor de las más diversas técnicas de decoración de objetos. En este caso se trata de unas molduras de marco antiguo a base de varios fragmentos pegados por varios puntos y con fragmentos de pergamino que forran todo el tramo externo perimetral.
Esta obra tiene una trazabilidad muy bien definida, después de varias exposiciones en el extranjero se presentó con el título Jeunes femmes au balcón en el Museo de las Artes escénicas del Institut del Teatre de Barcelona en 1963, con motivo de la exposición monográfica dedicada a Andreu en este museo, entonces con sede en el Palau Güell. De esta obra se conoce como mínimo un estudio preparatorio, a lápiz, casi idéntico a la obra final, propiedad de una colección particular.
En definitiva, estamos ante dos obras de Andreu bastante diferentes, pero ambas participan del proverbial lenguaje teatral del artista y pertenecen a un mismo período creativo, uno de los más icónicos de este artista. La referencia previa a los marcos nos traslada a la visión integral que Andreu tiene del arte, de su vertiente artesano en el sentido más amplio. Desde sus originales esmaltes de los primeros tiempos -como los que presentó en la mítica exposición del Faianç Catalán con Smith, Néstor y Laura Albéniz en 1911- hasta los figurines para teatro o la papiroflexia, nos revelan una personalidad que no descuida casi ningún terreno de la creación artística
Recepción de su obra y presencia en los museos
Quién sabe si esta misma voracidad creativa fue uno de los motivos que contribuyó a desdibujar su perfil como artista. O tal vez fue por su proverbial eclecticismo que, en función del período creativo, se detectan ecos de lo más heterogéneos, ya sea Beardsley, Severini, Cézanne, Picasso, Delvaux, el Barroco español o la pintura italiana, desde los primitivos hasta los modernos, entre otros. Algunos aspectos como su acentuado manierismo o el impacto que causó su obra de madurez, también habrían que tenerse en consideración a la hora de valorar su recepción crítica.
En cuanto a Andreu se da la paradoja de que, dentro de los artistas catalanes más conocidos a nivel internacional, es uno de los que ha tenido una recepción más escasa dentro del arte catalán.
A pesar de ello, su obra está repartida por varios museos nacionales e internacionales. Entre los primeros encontramos obra de Andreu en el British Museum, el Toledo Museum of Art (Ohio) o en el Detroit Museum of Arts (Michigan), entre otros. Y en cuanto a Cataluña, la hay en el Institut del Teatre, el Museu de la Música, el Museu del Disseny, en el Museu de Mataró, el Cau Ferrat de Sitges o el Museu Nacional, entre otros. Durante las últimas décadas varias galerías de arte, en exposiciones individuales y colectivas, se han ido ocupando de su obra y han dado lugar a varias exposiciones y publicaciones que han puesto en valor a este artista. En el terreno de los museos públicos, cabe destacar la exposición monográfica que le dedicó el Museo de Mataró en 1995, comisariada por Martí Peran, una muestra que ya incorporaba un amplio abanico de sus diversos registros creativos.
El catálogo razonado, al fin
Este proceso ha experimentado un cambio cualitativo en el año 2019 con la publicación del catálogo razonado del artista acompañado por su biografía más completa a día de hoy, a cargo de la doctora Esther Garcia Portugués, con un prólogo del historiador del arte y galerista Artur Ramon. En unas 350 páginas refiere unas 1.200 obras, con las fichas técnicas respectivas, que muestran a Andreu en todo su universo creativo, como pintor, dibujante, escultor, grabador, esmaltador, ilustrador de libros, escenógrafo y figurinista y creador de los objetos más variados. Este catálogo razonado, como todos, nunca es definitivo, pero sin duda se convertirá en un punto de partida ineludible para los futuros estudios y trabajos sobre este artista.
Hay que felicitarnos por la proximidad temporal de este catálogo con la entrada de una pintura de Andreu en las colecciones del Museu Nacional. En resumen, fortuna bibliográfica y museográfica van de la mano y auguran nuevas perspectivas para este artista. Al menos esta es la experiencia que tenemos en el Museu Nacional a partir de la exposición y publicación de monografías de artistas menos conocidos por el gran público. Estas tienen un efecto positivo no sólo sobre su conocimiento ─que se amplía, porque conocidos ya lo eran─, sino también sobre su percepción global como artista. Este es el caso de nombres como Ramon Pichot, Pere Torné Esquius o Antoni Fabrés, sólo por citar algunos de los más recientes. Al igual que el catálogo de Andreu nos da una imagen panorámica de su obra, las monografías dedicadas a artistas como los citados antes, nos obligan a repensarlos y remirarlos.
Desde el momento en que aparece el catálogo o monografía de un artista, aumentan exponencialmente las peticiones de préstamo de obras suyas y, sobre todo, se facilita el trabajo de los expertos en la búsqueda de obras que antes no tenían localizadas o simplemente ni siquiera conocían. En este sentido, con este catálogo razonado de Mariano Andreu se llena uno de los tantos huecos aún pendientes del arte catalán, en paralelo a su presencia, a partir de ahora permanente, en las salas de Arte Moderno del Museu Nacional.
Este artículo es un resumen del ya publicado por el autor «Mariano Andreu: nous temps, noves mirades» en EMBLECAT, Estudis de la Imatge, Art i Societat, 2019.
Enlaces relacionados
Obras de Marià Andreu del Museu Nacional d’Art de Catalunya
Art modern i contemporani