Un pequeño fragmento de retablo de la colección del Ulmer Museum (Alemania), en base a su estilo, puede ser atribuido al pintor Joan Mates, uno de los principales protagonistas del gótico catalán. Con la asignación de esta pieza de singular iconografía a este artífice no sólo se incrementa el catálogo del autor, sino que también la obra se reincorpora a su contexto artístico original, la Cataluña de la baja edad media.
Entre el 27 de abril y el 21 de septiembre de 2014, el estado federado alemán de Baden-Württemberg conmemoró los seiscientos años de la celebración del Concilio de Constanza con una interesante exposición miscelánea, Das Konstanzer Konzil. Weltereignis des Mittelalters 1414-1418 (El Concilio de Constanza. Un acontecimiento mundial de la edad media 1414-1418). La muestra, organizada por el Badisches Landesmuseum de Kalsruhe y comisariada por su director, el Dr. Harald Siebenmorgen, se celebró en el Konzilgebäude Konstanz, a orillas del famoso lago.
Igual que muchas otras instituciones europeas, desde el Museu Nacional d’Art de Catalunya contribuimos al acontecimiento mediante el préstamo de una obra de la colección de arte gótico, el Retablo de santa Ana, adscrito al pintor Bernat Despuig. Este conjunto no fue la única producción catalana que se exhibió, sino que a la cita acudió un invitado insospechado. El Ulmer Museum dejó en préstamo un delicado fragmento de retablo de autoría controvertida (inv. 1989.9291), tradicionalmente identificado como una producción germánica de inicios del siglo xv. Una mirada a la pieza desde nuestra perspectiva, sin embargo, permite afirmar que la obra es, realmente, un vestigio de una pintura realizada por Joan Mates, sin duda alguna uno de los principales pintores del gótico catalán, activo en Barcelona en las primeras décadas del Cuatrocientos.
Se trata de un fragmento recortado de pequeñas dimensiones (50 x 32 cm), en el que se muestra a un grupo de seis ángeles cantores reunidos cerca de una corriente de agua, seguramente un río, que nace de la montaña que parcialmente se esconde tras una espesa arboleda. Uno de ellos sostiene un libro y otro sujeta un rollo desplegado, a la vez que el resto entonan cánticos, según denotan sus bocas abiertas. De apariencia infantil, todos ellos presentan los ojos claros y el cabello rubio rizado, y sus alas son de diversos colores. El carácter litúrgico del grupo está remarcado por sus vestimentas sacerdotales y las diademas crucíferas que lucen.
Aunque la superficie pictórica conservada es verdaderamente reducida, los elementos de paisaje y los tipos físicos representados encajan perfectamente con el estilo dulce y amable de Joan Mates.
Entre las múltiples coincidencias que se podrían señalar con las obras de su catálogo, destaca la identidad de los ángeles cantores de Ulm con los seres angélicos que pueblan las tablas conservadas del pintor, por ejemplo el Retablo de San Miguel Arcángel de Penafel, una de las obras del autor que, junto con la tabla central del retablo documentado de San Sebastián de la Pia Almoina de Barcelona y el fragmento de la Lamentación sobre Cristo muerto procedente del Palacio de la Generalitat, se conservan en el Museu Nacional d’Art de Catalunya.
En un próximo estudio se intentará profundizar en el conocimiento sobre el fragmento y su conjunto de origen; empezaremos por verificar o refutar la posible pertenencia al retablo desmembrado de los santos Juanes, repartido entre diversas colecciones públicas y privadas dentro y fuera de Cataluña, al que significativamente le falta el desaparecido compartimento del Bautismo de Cristo. De momento, nos conformamos con sumar la pieza al generoso catálogo conocido de Mates, que en los últimos años se ha visto incrementado gracias a diversos hallazgos.
En 1995, Joan Sureda le atribuyó dos compartimentos con la Flagelación de Cristo y la Lamentación sobre Cristo muerto, que se conservan en la Galleria Corsi de Florencia y hasta entonces habían pasado inadvertidos a la crítica catalana. Poco después, en 2001, María Carmen Lacarra le asignó una imponente tabla central de retablo con San Pedro y san Pablo, hoy en el Museo Diocesano de Huesca, que había permanecido oculta como soporte de un frontal de altar realizado a inicios del siglo XIX. Por último, más recientemente, Rosa Alcoy le adjudicó una tabla de pequeñas dimensiones con san Pedro, posiblemente un fragmento de predela, que entonces se encontraba en comercio.
Àrea d’Art Medieval