Sílvia Lanceta y Juli G. Pausas
Te mira todo el tiempo, te coloques donde te coloques, tres palmos por encima de ti, enigmática. Su mirada inquietante atrae toda tu atención. Contemplas la seducción de sus ojos, grises como el mar del atardecer, pletóricos de vida y de expectativas. Repasas la nitidez luminosa de su rostro. La sonrisa contenida. Los finos labios, que dicen tantas cosas que no entiendes. Bajas la mirada y encuentras oscuridad. Tonalidades de negro y de insinuaciones, hasta la punta del zapato. También te atrapa.
Das tres pasos hacia atrás, cuatro, cinco… y desde la distancia del tiempo y del espacio, continua mirándote. Y en esa distancia mágica, el lienzo, de casi dos metros, aún es blanco. En el Clinton Building de Manhattan, donde F. Pausas tiene su estudio, la tela separa la modelo y el pintor. Maria Sampere está de pie, toda ella vestida de negro, la pluma del sombrero baila al ritmo de su respiración. F. Pausas empieza a pintar la figura femenina que tiene delante, aplicando su arte innato y la serenidad de su técnica. Añade, en cada pincelada, el deseo de inmortalizar la seducción. La figura queda opaca, confundida con el fondo; la línea emerge de vagas sombras. La luz estalla.
Las Américas
Retrato de Mrs. Sampere se presenta en sociedad el 11 de marzo de 1911, en el Fine Arts Building la National Academy of Design inaugura la 86ava. exposición anual. La prensa artística comenta que el retrato de cuerpo entero de Miss Lampere [SIC] de Francisco Pausas (…) evoca a Robert Henri en la audacia del dibujo y en la vida y acción de la figura [1].
Desde entonces la tela de lienzo, que ya no es blanca, une para siempre la pareja.
En 1920, el Retrato viaja a la Habana. Con el título de Mi mujer, y junto a otros cuarenta y seis cuadros, la mayoría retratos de la aristocracia cubana, se expone en el ex-convento de Santa Catalina. El éxito es rotundo y la noticia llega hasta Cataluña. El señor Pausas es un retratista consumado. Todos los retratos que pinta tienen un parecido asombroso y un vigor extraordinario. En ellos parece palpitar la psicología de la persona retratada [2]. Un año después, se exhibe en el 6º Salón Anual de Bellas Artes de esta misma ciudad, esta vez bajo el nombre de Retrato de la Sra. Pausas.
Enrollado con la pintura hacia fuera, para no agrietar la figura, y dentro de un tubo de cartón, de medidas adecuadas, se embarca en el Juan Sebastián Elcano. Se libra de la humedad tropical, y justo antes de irrumpir el crack del 29, llega a Barcelona.
Llegada a Europa
La presentación en sociedad del Retrato, en la ciudad natal del pintor y de la modelo, se celebra el 7 de febrero de 1931. Galerías Layetanas acoge la primera exposición individual de F. Pausas en Barcelona. El crítico de arte, J.M. Junoy, remarca, especialmente, un retrato de m con un rostro muy pálido e inteligente. J. M. del Sucre destaca que La meva esposa evoca las buenas primeras obras de Carrière. Y «L’Esquella de la Torratxa» opina que Francesc Pausas lleva a la tela las normas y la serenidad de un Velázquez o de un Van-Dyck.
Con el título de Sra. Maria Sampere de Pausas, el artista incluye el cuadro entre los retratos que muestra, del 12 al 25 de enero de 1935, en la sala Busquets. «La Vanguardia» se hace eco del acto inaugural al que asistieron artistas, intelectuales y conocidas personalidades del mundo científico, que expresaron su admiración por este pintor.
El Retrato soporta la guerra incivil, temblando cada vez que una bomba cae sobre Barcelona; la que destroza parte del edificio donde sobrevive pone en peligro su integridad. Pero por suerte, en noviembre de 1940, Retrato de la esposa del pintor se encuentraentre las obras que F. Pausas muestra en la sala Gaspar, y nuevamente «La Vanguardia» se fija en Alguna de sus telas, ejecutadas hace algunos años, (…) del artista que pinta recreándose en realizar obra difícil. Siguiendo normas clásicas y apartándose de modernismos y excentricismos, su pintura alcanza una serena plenitud.
Esta será la última exposición que Retrato de Maria Sampere entre en una sala de arte de la mano del autor. Y desde la distancia mágica en la que estás, Maria Sampere contempla el Retrato, y no se reconoce en la figura inquietante que aparece en la oscuridad, con sonrisa contenida y ceja desafiante. Ahora, recorre con la mirada la nitidez del rostro y con los dedos las arrugas de la cara. Imita la postura de la retratada, pero ya no tiene veintiséis años y ya no luce una silueta pletórica de dudas, sino de certezas.
A pesar de las penurias del momento y el contexto social, el óleo sobre tela de 193’5 x 81’5 cm, nunca se vendió. El 9 de diciembre de 1946, la junta de «Amigos de los Museos» escribe al director del Museo de Arte Moderno con referencia al cuadro original del pintor Fco. Pausas, que dona, …, la Sra. Viuda del citado artista … con fecha de Junio pasado …, debemos indicarles que, teniendo noticias de su aceptación, y, en atención a los deseos de dicha Sra., ya muy anciana, les rogamos tengan a bien colocar dicho cuadro en lugar correspondiente del Museo.
Retrato de Mujer pertenece ya a la colección del Museo de Arte Moderno, ubicado en ese momento en el Parque de la Ciudadela. En «Apuntes del momento», el 12 de febrero de 1947, y con motivo de la presentación en el salón de Cent de las obras de arte adquiridas por el Ayuntamiento de Barcelona, Don Valentín Moragas narra a través de las ondas de Radio Barcelona la creación del Retrato en Nueva York, en 1911, cuando El mundo vivía horas de paz y el pintor iba a comenzar un nuevo retrato, el de una joven menuda de rostro delicado y risueño, correctas facciones, piel nacarina y mirada inteligente y profunda, que sugestionaba al artista. Hasta aquella jornada Pausas había pintado a destacados personajes… pero el de la nueva modelo, atesora una ilusión suprema: no por tratarse de una compatriota y de ser la hija de su amigo Sampere, sino por sentir hacia la joven especial cariño y desear convertirla en su esposa. […] La figura de la muchacha va quedando borrosa, confusa, ennegrecida, como presintiendo los cambios a que tiene que someterla el curso de los años; y queda resuelta siguiendo las enseñanzas que en el Museo del Prado, obtuviera Pausas de Velázquez añadiéndole, además, las tendencias pictóricas que privaban en Nueva York por aquellas fechas… La figura queda opaca, confundida con el tono negruzco del fondo en que aparece, y su línea emerge de vagas sombras, pero la mirada de la muchacha, la delicadez de su cara, no lograran ser borradas con el curso de los años y permanecerán con la expresión que trasluce su espíritu… y llega a nuestra ciudad, como el recuerdo de un poema amoroso de los tiempos modernos. (…), soñando en triunfos de índole puramente artística…”.
En 1969, la Dirección General de Bellas Artes del Ministerio de Educación y Ciencia reúne, en el Casón del Buen Retiro de Madrid, una importante colección de obres de arte de El modernismo en España. Retrato de la esposa del artista es seleccionado para formar parte de la exposición.
Finalmente en el Museu Nacional
Cuando el Museu d’Art Modern se integra definitivamente en el Museu Nacional d’Art de Catalunya, Retrat de dona se traslada a les instalaciones del Palau Nacional, en Montjuic. Gracias a la reapertura, en setiembre de 2014, de la primera planta del Museu dedicada al Arte Moderno, Retrat de Maria Sampere, dona del pintor se muestra en la sala de retrato burgués, donde ahora lo contemplas desde una distancia real, y a la vez tan mágica. Lluïsa Sala i Tubert califica el Retrato como uno de los últimos exponentes pictóricos que por cronología pueden ajustarse dentro del Modernismo. Su concepción conserva algo del espíritu simbolista (…) La expresión de la cara es sensacional por el trazo detallista de las formas anatómicas, la luminosidad y una personalidad que intuimos inquietante por el efecto que produce, pero serena por la actitud que transmite. (…). A pesar del academicismo que habitualmente emana de los retratos del pintor, a veces ratificado por la influencia de la pintura oficial francesa e inglesa del siglo XIX, el retrato de Maria Sampere es de una factura poco clásica y probablemente único en la producción del artista. Afinando un poco más la percepción, se podría adivinar algo de alguns personaje whistleriano y quizás hasta el sutil aliento de Ramón Casas.
Agradeciendo que esta obra maestra haya superado el periplo hasta llegar al MNAC, te despides de la Gioconda catalana y dejas la sala 45, pensando que no puede haber nada más difícil para el pincel que fijar el gesto natural de la expresión de vida o adivinarla en un pliegue imperceptible.
Enlaces relacionados
Francesc Pausas Coll (1877-1944), pintor universal y desconocido
Maria Sampere y Francesc Pausas en el Museu Nacional d’Art de Catalunya
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