La Maniobra de Perejaume

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La Maniobra de Perejaume que mostramos en el Museu Nacional reúne 130 piezas procedentes de 29 prestadores: pinturas, dibujos, esculturas y objetos cotidianos, textos literarios, documentos meteorológicos, estampas y juegos populares que invitan al visitante a establecer relaciones en un recorrido que va del barroco a las vanguardias. A continuación, reproducimos el texto de Perejaume escrito expresamente para la Maniobra.

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Perejaume observando el relicario del siglo XVI-XVII. Foto: Núria Prat. Silueta de Perejaume ante la proyección de la obra de Jujol Can Negre, 1911-1929. Foto: Josep M. Carreté.

Las obras viven la vida que les damos. Aunque solemos imaginarlas aisladas como un árbol solitario, o un dios solo, cuando colocamos dos o más la una junto a la otra, las nociones de hospitalidad, de tolerancia, de simpatía, se les pueden aplicar a la perfección. Su lado salvaje y su lado sociable permiten a las obras ir a medias en una determinada figura de conjunto que les propongamos o que nos propongan ellas. En todo ello, la obra parece que sea alguien: alguien humano o casi humano.

Otra cuestión. A través de este pequeño campo de maniobras que hemos desplegado, pretendemos dar fe de una comunidad de vida, de cultura, con la misma inconsciencia, fuerza y naturalidad con que ha sido creada. ¿Es posible dar fe de dicha realidad sin publicitarla? ¿Es posible expresarla con fervor y discreción, y muy imaginativamente, como lo han hecho los mismos autores que la conforman? Porque esto no es un producto ni un activo, es el espíritu o pertenece al espíritu de este rincón del mundo. Y cada rincón del mundo tiene vida de esta clase. Es la vida secreta de los bosques, de las ciudades. Una inmensa fuente que mana siempre, que no se agota nunca.

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Obras de Antoni Tàpies, Mirar la mano, 1998 y de Federico García Lorca, Manos cortadas, 1935-1936 en la exposición. Foto: Marta Mèrida.

 

 

Tanto la Maniobra como el libro Mareperlers i ovaladors del que parte han sido planteados desde este presente decreciente o, cuando menos, asombrado. Por eso hay un descarado elogio de la quietud, del aclocamiento (el aclocamiento entendido como incubación de lo local), de la urgencia de volver a tocar el mundo, de relacionarse con la geografía concreta que sea. Porque, aparte de nuestra condición humana, empieza a ser hora de defender nuestra condición terrestre. Y el barroco rusticado de estas tierras es un buen modelo para ello.

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Una de las vitrinas: una obra de Joan Miró, una mano, de autor anónimo y Brazo con mano de la giganta de Olot, de Ramon Amadeu i Grau. Foto: Marta Mèrida.

La mayoría de emparejamientos de obras que proponemos desvelan el terrarismo, la autarquía y la civilización campesina y ciudadana de un sotocampo paciente que las atraviesa y las sopesa.

La Maniobra es una línea de obras. La idea de tocar el mundo la hemos aplicado a la contigüidad de las obras, con el deseo de contacto y los ejercicios de transmisión de tacto que las obras puedan plantear entre sí. Por eso las hemos dispuesto a lo largo, desprotegidas de marco e incluyendo varios dibujos preparatorios, como si todas las obras fueran preparatorias de todas. Por eso también, para remacharlo, hemos insistido obsesivamente sobre unos mismos autores y un mismo anonimato, como quien bate un huevo en un plato con muchas elipses ligadas, doradas y con un punto fluido, secuencial, de retablo raso.
A las obras, les agradezco su espíritu y su disponibilidad. Gracias, obras, gracias.

Llibretes del Turó de l’home y Marià Manent, El vel de Maia. Dietari de la guerra civil. Foto: Marta Mèrida.

Extracto de las explicaciones de Perejaume en la presentación a los medios y en la inauguración de la exposición

Vivimos en un mundo saturado de imágenes. En cambio, las conexiones se tienen que inventar. Así que, más que generar obras nuevas me parece mucho más interesante descubrir las conexiones entre las que ya existen. Un «maniobrero» es alguien que utiliza las obras para hacer obra nueva. A veces no sabes por qué, puede ser puramente una anécdota o una intuición que sigues y te abalanzas como un loco. Es muy complejo para que relacionamos las cosas. A veces, las obras se agrupan por una anécdota, una intuición, o un hilo que quizás tiene una importancia relativa, pero que la fe y el fervor lo acaban convirtiendo en una cuerda suficientemente tensada.

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La exposición ya abierta al público. Foto: Marta Mèrida.

La intención era –aunque no sé qué acabaréis viendo– hacer una raya, una línea seguida, donde se estableciera un discurso más o menos tensado, que permita un gran contagio entre las obras y haya transmisión de tacto de unas hacia las otras.

Las obras están colocadas de forma que puedas adivinar que cada una influye en las de al lado pero también en las de detrás. Hace que puedas creer que cualquier obra que tú hagas toca tanto la obra de alguien que pueda venir después y se la mire, como todas las obras de atrás. Todo queda tocado siempre, el presente se va reubicando.

Enlaces relacionados

Mareperlers i ovaladors, ensayo publicado en 2013, que pone en relación el barroco y la vanguardia y que es el génesis de la muestra
Carta entreoberta a Perejaume, Jordi Cornudella en Núvol y videoentrevista al final (6’50 min.)
Entrevista de Cavall Fort a Perejaume
Álbum de fotografías del montaje de la exposición

Perejaume
El maniobrer

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