Valeria Mamczynski
En los últimos años se han llevado a cabo diversos proyectos de conservación-restauración de vitrales de la colección del Museu Nacional que os empezaba a explicar en un artículo anterior. En este segundo artículo continuamos el recorrido por la restauración de estos vitrales:
Tratamiento para la unión de vidrios fracturados
El caso que nos ocupa es el de vitrales extraídos de su emplazamiento original, como ocurre con las obras que forman parte de la colección del Museu Nacional, y que se trasladan al taller de restauración para poder hacer la intevención. Si presentan fracturas de vidrio que no comportan pérdida de material original, a veces los fragmentos se pueden pegar sin tener que retirar el plomo, aunque la mejor opción es unirlos sin el emplomado. Por esto, después de hacer la documentación fotográfica, el informe del estado de conservación, los mapas de patologías, el diagnóstico y la propuesta de intervención, el primer paso es liberar los vidrios rotos de los plomos que los rodean. El procedimiento es más o menos laborioso en función de la adherencia del plomo, de la situación del fragmento y de su morfología.
Los plomos tienen un perfil en forma de “H” invertida o estirada horizontalmente. El fragmento de vidrio está rodeado por el “alma” del plomo (la parte central) y mantenido por dos “alas” por encima y bajo la superficie del vidrio (de solo unos milímetros). Cada plomo está soldado uno al lado del otro y así se crea una red de plomos y vidrios que conforman un plafón de vitral.
Para extraer los vidrios rotos del emplomado, hay que fundir las soldaduras de los plomos circundantes y levantar las “alas” 90 grados. El plomo es un material muy maleable y se tiene que tratar delicadamente para que no se rompa y sin dejar marcas durante su manipulación. Se trata de un proceso muy laborioso, que requiere bastante tiempo y que siempre se efectúa por la cara del reverso, es decir por la cara que no tiene decoración pictórica. Cuando todas las alas están abiertas, los fragmentos rotos se liberan fácilmente.
Al iniciar el proceso de conservación-restauración de la Alegoría de la Exposición de Bellas Artes se detectaron gran cantidad de vidrios dobles (yuxtaposición de dos vidrios rodeados por un mismo plomo). Se encuentran principalmente en las zonas que representan la arquitectura de piedra y los niños vidrieros. La función del vidrio de tonalidad marronosa, por encima de otro decorado con grisallas y esmaltes cocidos, es dar una sensación de profundidad. Además, en este caso, es también un recurso técnico para enriquecer el vitral con una intención publicitaria muy clara de lo que el taller de vidrieros era capaz de realizar. El objetivo consistía en exponer para los posibles clientes, de manera concentrada en una vidriera, les proezas técnicas de la Casa Rigalt.
Muchos de estos vidrios dobles estaban fracturados y, en la mayoría de los casos, había suciedad atrapada entre los dos vidrios, como si fuera un bocadillo. Así, resultó necesaria la extracción de una gran cantidad de vidrios (más de 40) tanto por el repegado de fracturas, a veces en los dos vidrios del mismo lugar, como también por la limpieza de la suciedad del medio.
Una vez los vidrios están fuera, es importante que los cortes de las fracturas estén perfectamente limpios para poner el adhesivo y pegar los vidrios. Como un rompecabezas, todos los fragmentos limpios se colocan en su lugar y con la ayuda de pequeños fragmentos de cinta adhesiva, se unen temporalmente. A continuación se pone el adhesivo, una resina epoxídica líquida, encima de cada fractura. Mientras la resina penetra por capilaridad, se tiene que observar y estar pendiente del proceso hasta que finalice. Según el tipo de resina, el proceso de catalización tardará más o menos tiempo, y a veces, puede durar hasta cuatro días.
Una vez pegados y limpios, la unión de los fragmentos será más o menos visible en función del índice de refracción del adhesivo y su compatiblidad con el vidrio: cuando más parecido es al del vidrio, menos visible es el corte.
Cuando el fragmento está pegado es el momento de devolverlo a su lugar original. Este paso es el que comporta más riesgo porque el espacio vacío donde tiene que apoyarse el fragmento tiene que permitir su inserción.
Las alas de plomo que resiguen el perímetro tienen que estar lo más subidas posible contra los vidrios de alrededor y, cuando finalmente el fragmento está dentro, se tiene que hacer el mismo proceso pero a la inversa: es decir, bajar las alas de plomo, con mucho cuidado sin hacer presión sobre los vidrios, y volver a soldar los plomos en los mismos puntos de unión originales.
La descripción de estos procesos nos da una idea de algunas de las intervenciones que forman parte de un proyecto de restauración de un vitral. Cada obra tiene sus peculiaridades y el conservador-restaurador ha de afrontar desafíos técnicos diversos, pero, en materia de vitrales, somos conscientes de que tratamos con un material translúcido y que fue creado con la intención de dejar pasar la luz para transformarla. Por este motivo, toda intervención que realicemos estará condicionada por este precepto. De hecho, en el laboratorio de restauración, trabajamos sobre una “mesa de luz” y necesitamos luz para actuar sobre el vidrio. Los materiales como la resina, que utilizamos para pegar las fracturas de vidrio, tienen que ser un adhesivo incoloro para que no se vea cuando incida la luz, así como todo material ajeno a la obra, no original y que interrumpa su lectura, deberá ser eliminado.
Los juegos pictóricos creados por el artista vidriero solo pueden percibirse gracias a la incidencia de la luz. Jugando con ésta, el ingenio del artífice puede transformar las líneas de plomo en trazos de un dibujo, utilizando grisallas y esmaltes para dibujar perfiles y sombras o combinar tipos y colores de vidrios diferentes. La finalidad del conservador-restaurador es preservar el carácter único y original de la pieza con un criterio de mínima intervención mediante la comprensión de su manufactura y sus elementos compositivos.
Un vitral está concebido para ser traspasado por la luz, ya sea solar o artificial, que es el elemento fundamental que le da vida, permite a la imagen salir fuera de su marco y ser leída por nuestros ojos.
Valeria Mamczynski Guerizoli, autora de este artículo, es restauradora freelance especializada en conservación-restauración de vidrio. Estudió en la Escola del Vidre de Barcelona (Fundació Centre del Vidre de Barcelona) entre los años 2003 y 2005 cursando la especialidad de Vidrieras y Escultura en vidrio. Obtuvo la Llicenciatura en Bellas Artes en la Universitat de Barcelona en el año 2008 y, entre los años 2010 y 2011, le fue otrogada una beca Andrew W. Mellon Research Fellowship en el Metropolitan Museum of Art de Nueva York donde se especializó en la conservación-restauración de vidrio.
Enlaces relacionados
Restaurando el color de la luz: vitrales del Museu Nacional d’Art de Catalunya /1
Restauració i Conservació Preventiva