¿Quién era ‘El violinista’ de la escultura de Pau Gargallo?

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La restauración de la escultura El violinista de Pau Gargallo, de la que hemos ido hablando en el blog, sigue a buen ritmo. Hoy veremos quién era el músico en el cual se inspiró el artista para crear su escultura: Francesc Costa. Lo explica una profesora de violín del Conservatorio de Música de Barcelona.

Judit Bofarull

Francesc Costa. Foto: Archivo Familia Omedes

¿Quién fue Francesc Costa?

«Soy la nieta de Francesc Costa», me dijo Alícia una mañana de otoño, después de entrar en mi despacho como un volcán en erupción.

Una de las aulas del Conservatorio Municipal de Música de Barcelona lleva su nombre, y aunque he pasado por delante de ella cada día durante seis años, cuando quise encontrarla tuve que dar una vuelta a ciegas por todo el primer piso.

¿Quién era ese violinista nacido en una humilde vaquería de la plaza Tetuán de Barcelona en 1891, que acabaría siendo un músico extraordinario conocido en todo el mundo? ¿Y cómo es posible que yo supiera tan poco de él? Lo primero que hice fue intentar escucharlo, buscar una grabación (si es que había alguna) y comprobar si los recuerdos de nietos y alumnos estaban acaramelados por la memoria o bien eran fieles a la excepcionalidad del artista.

Otho Lloyd, Retrato de Francesc Costa, hacia 1944

Cuando tuve la fortuna de poder escucharlo, habiendo encontrado una grabación en disco de piedra de 1911, se me puso la piel de gallina. Todas las maravillas que me habían explicado de él se quedaban cortas: un sonido aterciopelado y redondo, una técnica depurada y viva, una articulación eléctrica y precisa, una expresividad llena de ternura y calidez… Su historia me había atrapado.

El maestro Costa

«El Costa», como le llamaban sus compañeros y discípulos, aparte de ser una persona de una talla humana excepcional, fue un violinista extraordinario. Su sonido era de una belleza indescriptible, así como el infinito dominio que tenía tanto del arco como de la mano izquierda.

Dio conciertos por todo el mundo. Sus giras de conciertos se extendieron por toda la geografía española así como por Europa, África y América del Sur. Francesc Costa tenía una técnica era sólida y gozaba de un virtuosismo envidiable que lo equiparaba a los mejores violinistas de la escena internacional. Fue invitado regularmente a formar parte del jurado de varios concursos internacionales de violín, como el Concurso Internacional Jacques Thibaud de París o el Concurso del Conservatorio de Bruselas.

Concierto de Francesc Costa. Foto: Archivo Familia Omedes

En Barcelona, fueron legendarios sus conciertos anuales de San Esteban, que celebraba en el Palau de la Música Catalana. Familias que no asistían nunca a conciertos de música clásica lo hacían ese día de fiesta yendo a escuchar «el concierto del Costa». Cada año llenaba la sala de público con ganas de escuchar y ver «al más genial y bohemio de los violinistas españoles», en palabras del compositor Joaquín Turina. También eran habituales sus conciertos en otras salas de la ciudad, como en el Colegio de Abogados, el Casal del Médico o el Real Círculo Artístico, muchos de los cuales fueron conciertos benéficos.

Estudió en Barcelona con el maestro Ibarguren y, en 1909, becado por el Ayuntamiento de Barcelona, se fue a estudiar a Bruselas con el maestro Alfred Marchot. Allí finalizó sus estudios, obteniendo el Primer Premio del Conservatoire Royale de Bruxelles.

Otho Lloyd, Retrato de Francesc Costa, hacia 1944

Otho Lloyd, Retrato de Francesc Costa, hacia 1944

Al volver de Bruselas estuvo unos años dando conciertos por todo el mundo. Hubiera querido dedicarse a ello, pero su padre, que era ciego, le dijo: «Ay, hijo mío, si no dejas de ir de aquí para allá yo me voy a morir”. Y así fue como en el año 1922 entró en la Escuela Municipal de Música de Barcelona como profesor de violín. Allí fue compañero de Eduard Toldrà, a quien impartió algunas clases de violín, y de Juan Massià, profesor de música de cámara y que asumió la clase de violín de Francesc Costa a su muerte.

Con Toldrà les unió siempre una gran amistad. Una muestra entrañable de esta amistad fue su colaboración en el concierto de despedida de Toldrà como violinista, celebrado en 1950 en el Palau de la Música Catalana, donde interpretaron el Concierto para dos violines de Johann Sebastian Bach acompañados por la Orquestra Municipal de Barcelona. Cuando terminaron, la ovación del público fue histórica.

Costa y las artes plásticas

La figura de Francesc Costa inspiró a muchos artistas de la época. La fealdad de su rostro, desfigurado por la viruela que sufrió de joven, sirvió de modelo a artistas tan dispares como Ramon Casas, Valentín de Zubiaurre, Anglada-Camarasa, Pablo Gargallo o Manolo Hugué. Fue amigo de todos ellos, los cuales lo retrataron plasmando en su cara deformada la intensidad y la fuerza de su personalidad. Decían que la suya era una fealdad bella. Resulta sorprendente la exposición que tuvo lugar hace unos años en el Real Círculo Artístico con más de treinta dibujos, caricaturas y óleos inspirados en él.

Joaquim Renart, El violinista Francesc Costa, 8 de marzo de 1926

Oleguer Junyent, Caricatura del violinista Francesc Costa, hacia 1920-1930

Su figura, alta y esbelta, la mirada penetrante y el pelo siempre alborotado, hacían de él un artista bohemio capaz de seducir a cualquier alma. El frac, el violín bajo el cuello y los movimientos que le provocaba la música que interpretaba le convertían en una imagen de estética ecléctica y magnetismo animal: cuando cogía el violín parecía retorcerse como una serpiente de cascabel y fundirse con la música que salía de él mismo y que lo nutría.

Con el escultor Josep Clarà. Foto: Archivo Familia Omedes

El amor de su vida, Berta Willotte, fue un amor como el de las grandes novelas del siglo XIX. Berta y Francesc se amaron toda la vida, y solo cuando ella enviudó se pudieron casar. Tan solo 9 años después, el 17 de septiembre de 1959, moría Francesc Costa. Músicos y amigos llevaron su caja hasta la plaza Cataluña y allí, a título póstumo, le fue entregada la medalla del Real Círculo Artístico.

Salvemos el violinista

Pablo Gargallo, El violinista, 1920

¿Quién fue Francesc Costa? Curiosamente, su figura ha perdurado a través de las artes plásticas más que a través de su música. «Salvemos al violinista», me pide Alícia, su nieta. «Salvemos al violinista», me pide Carlos, su nieto. Salvemos al violinista y recuperemos la memoria de uno de los artistas más excepcionales que ha tenido nuestro país. Y que su recuerdo haga justicia al gran violinista que fue y del cual todos los que hemos venido después somos, en parte, herederos.

Judit Bofarull
Professora de violí
Conservatori Municipal de Música de Barcelona

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