Monedas acuñadas en la Seca a lo largo del siglo XIX: 20 pesetas de la ocupación napoleónica de 1812, reverso; 20 reales de Fernando VII de 1822, anverso; 6 cuartos provinciales de 1846, reverso; 100 reales de Isabel II de 1861, anverso, y 10 céntimos de Alfonso XII de 1877, anverso. Fotos: Museu Nacional d’Art de Catalunya
La casa de la moneda y su imbricación en el urbanismo de Barcelona
La casa de la moneda de Barcelona, conocida también como la Seca –es decir, la Ceca–, era el lugar donde se fabricaba o emitía moneda. Ha sido una institución con notable continuidad y arraigo en la ciudad. Fue Pedro el Ceremonioso (1336-1387) quien, siempre con una visión de gobierno de altos vuelos, ordenó que la casa de la moneda dispusiera de una sede institucional definitiva adecuada. En el último cuarto del siglo XIV se satisfació el mandato del soberano en una casona en la calle de Les Mosques. En los siglos siguientes y, en especial, durante la Guerra de Separación (1640-1652), las casas vecinas se integraron en un gran espacio enmarcado por las calles de Les Mosques, Flassaders y la Seca.
La intervención arqueológica que se está realizando en una de las fincas que ocupó durante siglos la casa de la moneda está a punto de finalizar. La excavación, dirigida por la arqueóloga Anna Bordas y supervisada por el Servicio de Arqueología de la Ciudad con dirección de Carme Miró, ha puesto al descubierto restos materiales que, no por esperados, han resultado menos sorprendentes y relevantes. Antes de presentarlos, sin embargo, nos centraremos en el espacio arquitectónico y en su relación con la trama urbana. Pocas ciudades se pueden jactar de conservar una casa de la moneda en las mismas circunstancias que la Ciudad Condal. El solar que ahora ha sido excavado ocupa únicamente una parte del espacio del que llegó a disponer este establecimiento, en un crecimiento que se inició en la segunda mitad del siglo XIV y concluye en 1881. El solar vecino, ocupado por el espacio teatral Brossa-La Seca, fue objeto de dos intervenciones arqueológicas en 2004 y 2010 que no produjeron resultados tan espectaculares como los actuales. Quedan, además, como reserva arqueológica, para posibles intervenciones futuras, otras dos fincas vecinas, completamente intactas. El futuro, de ese modo, aún deparará más sorpresas, ya que toda esta zona es el núcleo originario del establecimiento.
El nombre de la calle de La Seca aporta valor añadido e incita a que la institución, y ahora su yacimiento, se proyecten en el ámbito público urbanístico y conduzcan al viandante hacia el edificio situado en un espacio recóndito, casi oculto y poco conocido. A esa ubicación en el entramado urbano hay que añadir, además, su relación con las calles de Els Canvis Nous y Els Canvis Vells y con la Llotja de Mar, en el triángulo económico y monetario de los cambistas, mercaderes y navegantes de la Barcelona medieval y moderna, siempre abierta al puerto y al mar, en pleno barrio de la Ribera y al lado del Born. El arraigo en el lugar era tan fuerte que, en 1808, al retomar las emisiones monetarias interrumpidas después de la Guerra de Sucesión (1701-1714) y de una breve emisión de maravedíes castellanos a nombre de Felipe V entre 1718 y 1720, la fábrica se instaló en el mismo espacio, que aún se perpetuaba en la memoria. Así lo explica de forma llana y natural el Barón de Maldà en su dietario Calaix de sastre.
La Seca hoy
Hoy en día, el espacio original, después de diversas parcelaciones y ventas a particulares, está fragmentado. La parte más conocida es la fachada principal en la calle de Flassaders, que fue remodelada y rematada en 1718 con un escudo borbónico con restos de policromía –uno de los pocos, sino el único, que se conserva en la ciudad– aún visible. Un proyecto pendiente es fotografiar e identificar los componentes de dicha policromía que, por su ubicación en el exterior, está condenada a desaparecer.
Algunas de las monedas fabricadas en la Seca, en el Museu Nacional
En los próximos meses se tendrá que proceder al inventario, la restauración y estudio pormenorizado de todo el material arqueológico que se ha recuperado durante la intervención. Ahora presentamos algunas piezas que forman parte de este puzzle extraordinario desvelado de su sueño de más de un siglo, porque cuando hablamos de la Seca no nos circunscribimos únicamente al yacimiento estricto, sino que hay un patrimonio por identificar, ordenar y relacionar con el monumento, para contribuir a comprender y divulgar la historia íntegra de dicho establecimiento público tan importante como olvidado de la ciudad. La parte de este patrimonio mejor conocida y divulgada es la estrictamente numismática. No en vano la moneda era el producto fabricado en la Seca que iba de mano en mano y circulaba por todas partes.
A la espera que las tareas de inventario y ordenación de los hallazgos arqueológicos finalicen, en las vitrinas de la sala de numismática del Museu Nacional podemos ver una completa representación de la serie monetaria acuñada en ese espacio histórico. Unas monedas en las que, si observamos cuidadosamente, podemos encontrar signos que indican su sede de producción, como por ejemplo las diferentes marcas de ceca privativas –una rosa, una «B» o una estrella de ocho puntas–, algunos de los tipos heráldicos –el escudo municipal en formas diversas– o el propio nombre de la ciudad en las leyendas.
Anverso de moneda de 10 céntimos de Alfonso XII, batida en Barcelona en 1877 y ampliación de la marca estrella de ocho puntas privativa de esta ceca. Fotos: Museu Nacional d’Art de Catalunya
En un próximo artículo, nos adentraremos en la ceca de mediados del siglo XIX, una fábrica de moneda a vapor, con diversas prensas de acuñación del modelo Thonnelier, construidas en la barcelonesa La Maquinista Terrestre y Marítima, a pleno rendimiento.
Enlaces relacionados
Guía del Gabinete Numismático de Cataluña, Barcelona, 2004
Revolució industrial i producció monetària. La seca de Barcelona i el seu context, Barcelona, 2013
Gabinet Numismàtic de Catalunya