La lluvia como “prescriptora” de los museos

4 de diciembre de 2014

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Barcelona en día de lluvia vista desde la terraza del museo.

Las motivaciones para visitar un museo pueden ser tan variadas como las personas que lo visitan. En el momento presente, gracias a los estudios de público y al uso de técnicas demoscópicas, en los museos podemos tener un conocimiento bastante preciso del perfil de nuestros visitantes, sus motivaciones y gustos. Y no puede ser de otro modo, ya que en el contexto social y económico actual dicho conocimiento se convierte en estratégico para cualquier organización con vocación de proyección.

Queremos analizar una de estas razones que podríamos considerar de rango menor, aunque en el conjunto de todas las posibles razones para visitar un museo tiene su importancia: el aumento de visitantes e ingresos que experimentamos los días que llueve.

¿Podemos establecer una hipótesis que relacione directamente el aumento de visitantes e ingresos con la lluvia?

Según nuestros datos recogidos en el Informe Anual de Público de 2013, el 83% de los visitantes lo hacen a título individual; es decir, personas que en un momento u otro han decidido venir al museo atraídas por el interés de la colección, de una exposición temporal o para conocer el Palacio Nacional como edificio emblemático y patrimonial de Barcelona. Sin embargo, esta suposición no es del todo exacta. Entre ese 83% tenemos que contar a los visitantes que huyen de la lluvia. Es muy probable que en la agenda de esos visitantes no estuviese incluida una visita al Museu Nacional como primera opción.

Según los datos proporcionados por el Observatorio Fabra, de enero a septiembre de 2013 en Barcelona llovió 21 días por encima de los 5 mm. Un gráfico que combine los días de lluvia, los visitantes y los ingresos de, por ejemplo, el primer semestre de 2013 nos muestra que una lluvia fina o suave no tiene repercusión remarcable ni en el número de visitantes ni en los ingresos. En la serie completa de días de lluvia y de no lluvia por un período determinado no se demuestra, así pues, la hipótesis que lluvia es igual a más visitantes.

Ahora bien, en una mirada más detallada, el mismo gráfico nos demuestra que lluvia por encima de los 20 mm, considerada abundante o de intensidad fuerte, sí es responsable del incremento de visitantes en los museos y, en especial, de los ingresos por entradas. En este mismo período encontramos cinco días en los que la lluvia es igual o superior a dicha cantidad de precipitación y se ve claramente su influencia.

Gráfico de los ingresos y visitantes en el Museu Nacional en relación con los días de lluvia en Barcelona.

Todo ello se entiende si se tiene en cuenta que los museos están a cubierto, son de fácil acceso, siempre interesantes y abren al público prácticamente cada día de la semana. Estas condiciones inherentes a su funcionamiento, los convierten en una buena alternativa si se tenía previsto ir a la playa o pasear por la ciudad y está lloviendo. Digamos que para los visitantes de proximidad que tenían otros planes o para los turistas de “monumentos, compras y tapas”, el Museu Nacional es un magnífico plan B en los días de fuerte lluvia en la ciudad.

Sin duda, entre los efectos beneficiosos de la lluvia tenemos que contar con la generación de un segmento de público nuevo que disfruta inesperadamente de una actividad cultural, así como con la capacidad de actuar de “prescriptora” indirecta, ya que seguramente esos visitantes, gratamente sorprendidos, recomendarán o prescribirán la visita al Museu Nacional a quienes expliquen su viaje a Cataluña o excursión a Barcelona y también con quienes compartan su experiencia y sus fotos en las redes sociales.