Mercè Giralt
Como exalumna de la segunda promoción del Posgrado de Gestión Museística, aprovecho estas líneas para narrar una de las mejores experiencias que he tenido en el campo de los museos y que difícilmente hubiese podido tener sin haber cursado este programa.
Gracias a los conocimientos teóricos y prácticos adquiridos durante el posgrado, pero sobre todo gracias al apoyo del profesorado, dos años después, en 2014, pude acceder al Máster en Historia del Arte y Conservación en Fotografía (MA in Art History and Museus Curating with Photography) en la Universidad de Sussex, Brighton, Reino Unido. Lo que me hizo inclinarme por cursar este máster fue el grado de especialización, el enfoque en la tarea particular de los conservadores de museo y en concreto en el campo de la fotografía, una especialidad que desgraciadamente no encontré en nuestro país.
Prácticas en la Tate Britain
Cursar unos estudios en una universidad extranjera supuso todo un reto, pero aún lo fue más la oportunidad que me ofrecieron de desarrollar unas prácticas en la Tate, concretamente en el Departamento de Conservación de la Tate Britain. Mi estancia en este museo fue corta, tres meses, pero intensa. Desde el primer día me vi inmersa en un proyecto de exposición con unos contenidos que no podían ser más fascinantes: fotografía y arte del siglo XIX, Painting with Light, que justo acaba de abrir.
A pesar de la gigantesca estructura de ese museo, pasé toda mi estancia trabajando codo con codo con la conservadora de arte británico (1950-1915), la asistente de conservadora de arte británico (1790-1850) y una comisaria externa, conservadora del Wilson Centre for Photography, institución con la que colaboran estrechamente y que aportará un volumen considerable de piezas a la exposición.
Agradecí mucho la flexibilidad y la facilidad con la que me incorporaron rápidamente como una miembro más de su equipo, invitándome a asistir a todas las reuniones e involucrándome en la toma de decisiones de los contenidos expositivos. No me dejó de sorprender el respeto con que acogían mis humildes aportaciones; en todo momento sentí que la distinción jerárquica era la estrictamente necesaria. Todos los conocimientos sumaban, todas las aportaciones eran bienvenidas.
Investigación para la exposición de fotografía y un descubrimiento
Mi tarea consistió principalmente en desarrollar investigación de contenidos para la exposición. El objetivo de la muestra es explorar las múltiples conexiones entre fotografía y arte durante el siglo XIX en el Reino Unido, entendiendo por “arte” todas las disciplinas artísticas no incluidas en la categoría de artes “menores” o artes decorativas.
Nunca antes se había desarrollado un proyecto de esas características en el Reino Unido. Anteriormente, otras instituciones habían desarrollado proyectos centrados en diversos territorios geográficos, como Francia o el continente americano, o en períodos y estilos concretos. Pero nunca antes se había llevado a cabo una investigación tan exhaustiva, que se centrase en ese marco geográfico y englobase todas las disciplinas artísticas en un período de tiempo tan extenso, desde los inicios de la fotografía, en 1839, hasta principios del siglo XX.
¡No es difícil de imaginar, pues, la cantidad de investigación que requería esta exposición, para la que había muy poco tiempo! Y, de repente, me encargaron los contenidos de una sala entera, la dedicada a la influencia de la fotografía en la obra del crítico de arte John Ruskin (1819-1900) y en los prerrafaelitas. Por suerte, el trabajo ya estaba bastante avanzado, pero a pesar de eso me costó casi toda mi estancia realizar una de mis mejores aportaciones a la exposición: el descubrimiento de un daguerrotipo del glaciar más grande de Francia, la Mer de Glace de Chamonix, cuya ubicación era desconocida, y que había utilizado Ruskin para pintar la acuarela de este glaciar.
Sin duda, esta fue una de aquellas experiencias que te hacen tomar conciencia de la importancia y la necesidad de investigación en un proyecto expositivo, y de la tarea compleja, laboriosa e inmensa de los conservadores y comisarios, que muchas veces pasa desapercibida. Generalmente, la audiencia recibe el resultado final, pero se hace difícil de apreciar el trabajo de investigación –bien, no solo el de investigación– que se esconde tras los objetos expuestos en una sala de museo.
Visita a las colecciones de fotografia
Pero por si la investigación fuese poco, una vez seleccionadas las piezas para incluir en la muestra, es necesario ir a verlas in situ y determinar su estado y condiciones de conservación, para decidir si se pueden exponer o no. Precisamente, la visita a las colecciones de fotografía fue uno de los aspectos más fascinantes e instructivos de las prácticas.
Visitar las colecciones de fotografía del Victoria & Albert Museum y del Wilson Center for Photography no solo fue un privilegio, sino que me permitió tomar consciencia de nuevo de la importancia de ver los originales antes de incluirlos en un proyecto expositivo. Principalmente, por motivos de conservación, seguros, transporte, etc., pero, sobre todo, por motivos de audiencias. Es decir, teniendo en cuenta el aspecto visual de cada pieza, su particular visual appeal, que hace que un objeto tenga más posibilidades de atraer y fascinar al público que otro. Con este criterio, descartamos fotografías que estaban parcialmente desvanecidas, otras que tenían inscripciones hechas a mano y no aportaban belleza u otras que sencillamente eran excesivamente pequeñas para ser apreciadas con detalle. Todo ello, un conjunto de pequeñas grandes decisiones que pueden determinar el éxito de una exposición.
En definitiva, mi estancia en la Tate ha sido una experiencia absolutamente positiva y gratificante. El hecho de vivir el día a día en una institución extranjera supone un aprendizaje constante muy enriquecedor; una experiencia totalmente recomendable a quien tenga la oportunidad de realizarla.
Enlaces relacionados
Salt and Silver: Early Photography 1840 – 1860, exposición en Tate Britain, 2015
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