Agnès Fort
Encontrar nuevos formatos de actividades para atraer a nuevos públicos es un reto importante para un museo hoy en día, y entre estos “nuevos” públicos a menudo están los jóvenes. Delante de este reto, y conscientes de que los eventos de escape room atraen mucho público de perfiles que nos interesaban conocer y acercar al museo, en el Museu Agbar de les Aigües decidimos diseñar uno para poder ofrecer durante la Noche de los Museos.
¿Escape room o escape experience?
Teniendo en cuenta la especificidad del formato, buscamos un proveedor especializado. Lo primero que hicimos con Cocolisto Experience fue aclarar conceptos para definir qué queríamos ofrecer a los visitantes: escape room, escape experience o juego de pistas. En el primero y el segundo el rasgo característico es “escapar de un sitio”. En el segundo y el tercero son esenciales el factor tiempo, el relato y la resolución de un “conflicto”.
La opción de escape room era muy atractiva, ya que el antiguo depósito de 2000 m3 de agua era un posible espacio cerrado para realizarlo y ofrecía una alta capacidad de absorción de público –turnos de 300 personas–, pero no revalorizaba nuestro gran tesoro: ¡el patrimonio!
La escape experience perdía el factor de estar encerrado en un espacio y tener que salir, pero tenía otros puntos fuertes que nos inclinaron por esta opción:
- El tiempo. 60 minutos para resolver enigmas
- El lenguaje: descifrar mensajes
- El relato y la inmersión total en el espacio: la actividad se desarrollaba en todo el recinto del museo, también en espacios donde habitualmente no se puede entrar. Incluso se podía hacer con los visitantes habituales transitando al mismo tiempo que los participantes del escape: la vida del museo se alteraba el mínimo posible.
Conscientes de que queríamos mostrar nuestro patrimonio a un público no habitual del museo, nos pusimos manos a la obra para pensar una propuesta de experiencia que resultase atractiva e interesante, adaptada y pensada para ellos.
No podíamos perder el rigor en contenidos y el formato de la actividad no podía desbaratar la esencia de un museo. Éramos conscientes de que las temáticas más atractivas de una actividad de este tipo no pasaban por hablar de sostenibilidad, medio ambiente, patrimonio industrial, gestión del agua… Por eso, uno de los retos más importantes fue encontrar una historia que fuese atractiva para el público, respetuosa con la historia del lugar y rigurosa.
Después de descartar temáticas catastróficas o excesivamente fantásticas relacionadas con el agua, llegamos a la esencia del lugar y nos encontramos con personajes fantásticos inspirados en los de la época de la construcción de la Central Cornellà, la central de extracción y bombeo de agua del acuífero del Llobregat que Aigües de Barcelona inauguró el 1909, con una parte que se transformó en museo en 2004. Decidimos incluir personajes que dramatizasen la actividad y que, además, ayudasen en temas de circulación y gestión del tiempo de las pruebas. Entonces nos pusimos a trabajar en la intervención del patrimonio. Descartamos la opción de realizar réplicas/facsímiles de piezas de la exposición que los participantes pudieran tocar, encontramos el equilibrio entre fantasía y realidad del relato y tuvimos que buscar soluciones logísticas para colocar las pistas que ayudaban a resolver los enigmas sin poner en riesgo el patrimonio. Teníamos que combinar la utilidad de la ubicación de las pistas con la revalorización de las piezas de la exposición y el propio patrimonio, utilizar este patrimonio como recurso para resolver los enigmas, y un largo etcétera de tira y aflojas.
Funcionamiento de la actividad
¿Cómo funcionaba la actividad? Los visitantes llegaban a la recepción del museo y se les entregaba una carta que les convocaba en un sitio en una hora concreta.
Hola, soy Edward Whaterhouse, encargado de la seguridad del museo. ¿Ustedes son los especialistas? Muchas gracias por venir, es una suerte que puedan estar aquí en una noche tan especial como esta. Los fantasmas han vuelto y necesitamos su ayuda para resolver la situación.
Como cada año por estas fechas, Françoise Fives Lille, hija del ingeniero que construyó el bello pozo que se encuentra un poco más allá, aparece de nuevo en el museo. ¿Por qué? Pues porque a su enamorado, Francesc Amargós, hijo del gran arquitecto Josep Amargós, que diseñó el edificio y la gran chimenea, entre otros, se le ocurrió la brillante idea de regalarle un montón de perlas.
Fue hacia 1909, durante la inauguración de la Central, cuando el enamorado de Françoise le hizo el regalo antes de marcharse a las Américas. El problema es que él nunca regresó y Françoise no consiguió abrir las cajas que escondían su regalo.
Esta será su misión, encontrar las joyas y hacérselas llegar al fantasma de Françoise antes de que monte en cólera y estropee esta fantástica noche. Françoise es un poco melodramática y si no recibe las joyas en el momento indicado, es capaz de montar un drama de dimensiones astronómicas.
No queremos alertar al resto de visitantes del museo, así que les pedimos que sean discretos. Para empezar, se tienen que dirigir al punto indicado en el mapa y esperar a que aparezca Francesc Amargó hijo, el enamorado de Françoise. Normalmente aparece alrededor de la hora en punto o a la hora y 30 minutos. Es importante que alguien de ustedes se haga pasar por Françoise, él la confundirá y la dará las indicaciones para encontrar las perlas.
Aunque, atención, una vez Francesc aparezca dispondrán de una hora antes de que Françoise aparezca y monte en cólera. Sincronicen los relojes. Encuentren las joyas, descubran donde se esconde Françoise y denle las perlas a tiempo, a ver si conseguimos tener una noche tranquila.
Una vez en el lugar y la hora concretos se encontraban con el primer personaje, que les daba indicaciones para hacer la actividad y les entregaba las fichas con los enigmas para resolver. En ese punto, los equipos se repartían por todo el museo con la clara idea de que se distribuyesen por todo el espacio y no se acumulasen todos los equipos en un mismo sitio.
Los enigmas estaban repartidos en diferentes espacios: en el jardín (la gran mayoría), dentro de la exposición permanente (objetos dentro de las vitrinas, en las claraboyas que dejan ver el subterráneo, en la sala de máquinas donde no se puede entrar, pero sí que se puede ver), en el refugio antiaéreo y en el depósito circular.
Repetición de la jugada
Hasta ahora hemos programado dos veces esta actividad. La primera, durante la Noche de los Museos, en la que nos encontramos desbordados de gente, y a través de las redes sociales se nos pedía repetirla. Y unas semanas más tarde, en julio, la incorporamos en la programación de las Nits d’Estiu de Cornellà. Para esta segunda vez pudimos introducir algún cambio y mejorar en el tiempo y dificultad de algunos enigmas y, en este caso, el museo abrió sus puertas exclusivamente para los participantes de la escape.
En ambas ediciones, la actividad fue un éxito de participación, llenamos todos los grupos y turnos, y el retorno de los participantes fue muy positivo. Dar valor al patrimonio y a la historia en una actividad tan potente por su formato y para un público con intereses tan diversos no ha sido una tarea fácil, y creemos que todavía se podría afinar más. Mientras los participantes juegan –con un tiempo limitado para conseguir su objetivo–, nosotros tenemos el reto de dejar hablar al sitio. Un reto que continuaremos intentando conseguir.
Agnès Fort
Museu Agbar de les Aigües
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