Jordi Casanovas
En el proceso de incorporación de nuevas piezas a la colección del Museu Nacional, se suceden metódicamente toda una serie de etapas que culminan con la entrada de las obras en las dependencias del museo y con la asignación de un número de registro que la acompañará para siempre. Este identificador se mostrará como una pieza clave en las tareas de inventario y catalogación de las obras de una institución.
El registro del Museo Nacional: un poco de historia
Muy rica y compleja es la historia de los museos de nuestra ciudad desde aquel primer museo, con voluntad de serlo, que fue el de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona ya desde sus inicios remotos hacia 1837. Posteriormente se crearon otros mientras algunos iban desapareciendo y el patrimonio de estos se iba incorporando al de las nuevas instituciones que entonces se hacían realidad. En cada una de estas fases, cada institución mantenía un inventario más o menos exhaustivo de sus fondos y cuando, por necesidades obvias, las colecciones de un museo se integraban en otro, se procuraba dejar muy claro cuáles eran los objetos de unos y cuáles eran de los otros. En esta etapa, digamos inicial, no existía un registro cuidadoso de todas las obras conservadas y a menudo se daba el caso que se desconocía la procedencia real de algunos objetos e incluso su vía de ingreso. Aun así, otros fondos procedentes de determinadas donaciones, depósitos o legados sí que estaban mejor documentados.
En otoño de 1931 se constituyó la sección técnica de los museos, con sede en el Pueblo Español de Montjuïc. Tenía el objetivo de llevar a cabo el inventario de las obras que, procedentes de varios museos, se instalarían en los diferentes espacios que en aquel momento se habían proyectado. De hecho, este plan global de reforma venía impuesto por la desaparición del Museo Provincial de Antigüedades, instalado en la capilla de Santa Ágata en la plaza del Rey, y también la del Museo de Arte Decorativo y Arqueológico que se encontraba en el antiguo arsenal de la Ciutadella y que se veía obligado a cambiar de ubicación porque por aquel entonces se reclamaba su espacio para el Parlament de Catalunya. Hay que decir que el antiguo Museo Provincial fue el primero en disponer de un catálogo impreso y ya marcaba sus piezas pintando el número, primero, y posteriormente con unas etiquetas muy características.
Algunos de estos nuevos equipamientos se pudieron instalar en la montaña de Montjuïc, aprovechando algunos de los edificios y pabellones que habían quedado desocupados cuando se clausuró la Exposición Internacional de 1929, entre ellos el nuestro en el Palacio Nacional. El nuevo registro de museos se materializaba en una colección de fichas de cartulina distribuidas en cinco series (numérica, por materias, cronológica, topográfica y de procedencia). Este registro a base de ficheros se conserva actualmente en el Museu Nacional y todavía constituye una herramienta muy útil para conocer determinados detalles. Los números de aquel registro mantienen su vigencia en la mayoría de los casos, a pesar de que en cada uno de los museos se han hecho adaptaciones para incorporar los nuevos ingresos.
Volumen del registro del Museu Nacional
Actualmente el Museo Nacional dispone de un fondo que a grandes rasgos podemos situar en torno a las 300.000 piezas correspondientes a los fondos de arte medieval y moderno, así como al patrimonio del Gabinete de Dibujos y Grabados (GDG), al del Departamento de Fotografía, y al del Gabinete Numismático de Cataluña (GNC). Todo este fondo considerable se rige por un único registro de obras, a excepción del GNC que, aunque se integró en el Museo, mantiene un registro aparte.
El porqué de los saltos en la numeración
A partir de la creación del Museu Nacional se determinó que los nuevos ingresos no se registrarían a partir del último número dado, el 157012, y se iniciaría esta nueva etapa con una nueva serie que daba un salto en la numeración y empezaba a partir del número 200000.
Las razones de este salto se explican por el hecho de que en el fondo del Museo de Arte de Cataluña había un número indeterminado de piezas que no habían sido registradas y, en consecuencia, se podrían inventariar con este remanente de números de registro. Y así lo hemos estado haciendo. De hecho, en el conjunto del registro hay constancia de otros saltos en la numeración. Con motivo del ingreso de colecciones importantes, en algunos casos se iniciaba la nueva serie con una cifra redonda en un intento probablemente de individualizarla mejor y facilitar su identificación a modo de recurso mnemotécnico. Desde el inicio de esta nueva numeración en 1991 hasta hoy, se han inventariado 51.910 obras, entre las cuales encontramos ejemplares de pintura, escultura, piezas de orfebrería y joyas, tejidos, dibujos, grabados, colecciones de fotografía y de material fotográfico, carteles, mobiliario, monedas y medallas de todas las épocas, y tendencias.
Identificador para siempre
El número de identificación queda anotado en el libro manuscrito de registro junto con los datos principales de la obra, tales como la fuente de ingreso, el título, el autor, la materia, las dimensiones y la fecha de entrada. En el museo se mantienen los libros de registro hechos a mano de forma paralela a los registros informáticos.
A partir del momento de ingreso toda referencia a cualquiera de las obras se hará mediante este número. Cuando una obra pase por el taller de restauración, tanto si se trata de hacer un informe de su estado de conservación como de una intervención a fondo, su número será una referencia ineludible. Lo mismo pasa si por sus características se ha decidido incorporarla inmediatamente a las salas de la colección permanente o si, por razones de organización, se ubica en la reserva. En todos los casos, la referencia numérica será fundamental para poder localizarla en cualquier momento y poder ubicarla correctamente en relación a todas las obras en aquel momento bajo la tutela del museo, tanto en el propio edificio como ubicadas en otro lugar. Todo esto se podrá hacer de forma sencilla por el hecho de que a partir de su ingreso y del momento en el que se le asigna un número de registro, se le abre una ficha en la base de datos donde figurará toda la información necesaria susceptible de ser ampliada y modificada a partir de la investigación y de los trabajos que se realicen sobre cada una de las obras. Cuando sea necesario hacer cualquier gestión, trámite o investigación relacionada con ella, el número de registro constituirá la clave que tiene que permitir acceder a varias informaciones relativas a sus características principales, al lugar donde se encuentra, a su estado de conservación y a las intervenciones que ha sufrido, a su historial de movimientos y a las exposiciones en las que ha participado. Es también una herramienta fundamental para poder hacer búsquedas de grupos de obras dentro de las que esta obra pueda estar incluida.
Colocación del número de registro
Este número se pone en un lugar visible, dado que el marcaje se hará utilizando materiales fácilmente eliminables, pero que permitan una rápida identificación de la obra, hecho que puede sorprender si nos limitamos a razones puramente estéticas. Por otro lado, puede darse el caso que también, por varias razones, una misma pieza tenga más de un número y estos pueden mostrarse todavía en una obra, incluso uno junto al otro, como reflejo de la historia misma de este objeto.
Uno de los casos que más se repite es el que tiene su origen en la Guerra Civil. Muchas personas que disponían de una colección y que les preocupaba lo que se le pudiese ocurrir, procuraron que el Servei de Conservació de Monuments i Defensa del Patrimoni Artístic se hiciera cargo de ellas. En el momento de entregarlas se les otorgó un número y este se hizo constar en las obras y ya que dicha tarea la realizó personal de museos, siguió el mismo método que con las obras de los museos. Acabada la guerra se devolvieron estas obras, puesto que se trataba de un depósito temporal, pero unos años después una parte considerable de ellas volvieron a los museos, ya sea como donación, legado, adquisición o depósito y en este momento recibieron un nuevo número. Sea por las razones que sea los números anteriores no se borraron y quedaron como testigo de un periodo difícil.
Es, en el fondo, un caso parecido al de las etiquetas e inscripciones de todo tipo que se encuentran en el reverso de muchas obras y que ayudan a conocer mucho mejor algunas de las historias relacionadas con ellas. Últimamente se ha trabajado mucho en esta materia de estudio, pero eso ya es otro tema.
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