Joan Pey
¿Os resultan familiares estas cuatro bases escultóricas de piedra labrada del segundo tercio del siglo XII? Son propiedad del monasterio de Ripoll y están en depósito en el Museu Nacional d’Art de Catalunya, expuestas en las salas de arte románico. Una cabeza de león, que pertenece a la colección del Museu Nacional y que se sabía que procedía de Ripoll, se ha podido reencontrar con su base de la que se había separado en el pasado.
A finales de marzo de 2011, en el Museu Nacional recibimos en depósito, de parte del Patrimonio Cultural del Obispado de Vic, un conjunto de cuatro bases románicas procedentes del fondo de Santa Maria de Ripoll, para que fueran expuestas en las salas del museo. Parecer ser, según algunos historiadores del arte, que podrían haber formado parte del baldaquino de la iglesia del monasterio. En las condiciones del depósito se determinaba un intercambio de servicios: el Museu Nacional aceptaba el compromiso de restaurar estas cuatro bases y otras obras de arte de escultura arquitectónica que forman parte de la colección procedente del monasterio.
En abril de 2015 se firmó la primera adenda al convenio en virtud de la qual el museo se hacía cargo de la restauración del denominado Sarcófago del abad Vilaregut, restauración actualmente concluida, con la obra ya devuelta al monasterio.
En julio de 2017 se firmó una segunda adenda por la que se trasladaban temporalmente al museo dos obras románicas: un capitel de tipo corintio de principios del siglo XI y un relieve con figura nimbada del siglo XII con la misma finalidad.
En general, el estado de conservación de estas obras es consecuencia de los factores de degradación medioambientales, pero sobre todo de los episodios de destrucción por causas naturales y los actos de vandalismo que sufrió en diferentes períodos el monasterio de Santa Maria de Ripoll hasta concluir con su abandono. Los antecedentes históricos describen, en ese sentido, hechos de todo tipo que finalizaron con los disturbios ocurridos en la primera oleada de bullangas en verano de 1835, en el contexto de la primera guerra carlista. Las funestas consecuencias de ese saqueo, con un grado de destrucción patrimonial muy elevado, y la desamortización de los bienes de las órdenes seculares provocaron la exclaustración y abandono definitivo del cenobio. A día de hoy, en el estado de conservación de esta pequeña muestra de escultura arquitectónica que ha pasado por los talleres de restauración del museo, está presente de manera abrumadora la memoria de esos hechos.
De estas obras, que hasta hace poco se conservaban en las galerías del claustro, destacan por su singularidad los basamentos, que se cree que podrían formar parte de un segundo baldaquino de madera recubierto de plata que cubriría el altar mayor de la basílica, elaborados en el segundo tercio del siglo XII en un momento de gran vitalidad artística. La calidad que atestigua este pequeño grupo de elementos preservados, con diferentes grados de mutilación, nos conduce a imaginar lo que probablemente tenía que ser una estructura litúrgica monumental, de características técnicas y formales extraordinarias.
El relieve con figura nimbada que actualmente se encuentra en estudio y que se intervendrá a lo largo de 2018, se había dicho que podría formar parte también del baldaquino mencionado. El tipo de piedra que lo constituye, sin embargo, una arenisca seguramente local, no se correspondería con el tipo utilizado para elaborar los basamentos, litología equivalente a una modalidad de calcárea fósil de tonalidad ligeramente ocre, un tipo muy parecido a la piedra usada para esculpir los capiteles situados en la parte baja del claustro del monasterio de Sant Cugat del Vallès, en gran parte también del siglo XII.
Este relieve, de formato rectangular, representa una figura con nimbo entronizada que sustenta un libro con la mano derecha. La figura se mantiene bastante íntegra y las pérdidas de piedra, nada menospreciables, afectan partes poco relevantes del personaje. En algunos casos se observa una falta de cohesión de los minerales de composición. Estas pequeñas disgregaciones han producido zonas con pérdidas sutiles de volumen, pero sustanciales, sobre algunas partes del rostro, entre otras.
Junto con el relieve, ingresó en el museo, con las mismas condiciones, un capitel de tipo corintio de características muy interesantes. Este capitel formaría parte de un conjunto conocido de 28 capiteles del siglo XI descubiertos en diferentes lugares de la Catalunya Vieja. De composición corintia, algunos autores apuntan a un ascendente que los relaciona con la escultura andalusí, que ejemplificaría las influencias que impregnaron, en la edad media, el mundo carolingio por parte de la cultura islámica. El capitel se incluye en el grupo de ocho unidades y varios fragmentos de características similares que actualmente se conserva en el monasterio de Ripoll.
El trabajo de restauración en el Museu Nacional se basa habitualmente en las obras de su colección, pero también se interviene en piezas que forman parte de exposiciones temporales y depósitos, de propiedad privada o de otras instituciones patrimoniales, cuando se establecen convenios de intercambio que benefician a ambas partes, como en el caso del acuerdo con el Patronato de monasterio de Santa Maria de Ripoll.
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