August L. Mayer y la pintura barroca del Museu Nacional d’Art de Catalunya

2.991

Joan Yeguas

Museografia del Museu d'Art Modern al Palau Nacional, 1934. Vista parcial de la Col·lecció Gil. AFB.
Museografía del Museu d’Art Modern al Palau Nacional, 1934. Vista parcial de la Colección Gil. AFB.

August Liebmann Mayer (Griesheim, 1885 – Auschwitz, 1944) fue uno de los grandes especialistas en pintura española de su época, es decir, que su opinión era escuchada en el ámbito académico, en el mundo de los museos y en el terreno del comercio del arte. En 1907 se graduó en Berlín, bajo la tutela de Heinrich Wölfflin y con el apoyo del hispanista Carl Justi, con una tesis sobre José de Ribera «lo Spagnoletto» . Llegó a ser conservador en la Alte Pinakothek de Múnich y también profesor en la Universidad de esta ciudad, pero su carrera profesional en Alemania se vio afectada por el ascenso del nacionalsocialismo. Mayer era de origen judío y también fue acusado de lucrarse con la expertización de obras de arte de autenticidad dudosa, hasta el punto de renunciar a sus cargos en el museo y en la universidad. Entre marzo y julio de 1933 fue arrestado y torturado, finalmente liberado con una multa elevada (su casa fue confiscada y tuvo que subastar algunos bienes personales). A partir de entonces se exilió a diferentes países, pero permaneció en Francia, Niza. Con la invasión del país galo, en 1940, el nazismo volvió a ser una amenaza y fue capturado en febrero de 1944. Fue conducido al campo de internamiento de Drancy (cerca de París), y posteriormente deportado al campo de exterminio de Auschwitz, donde murió el 12 de marzo de 1944 en la cámara de gas.

Retrat d’August L. Mayer (1885-1944)
Retrato de August L. Mayer (1885-1944)

Como experto en arte hispánico, visitaba a menudo museos y colecciones de arte privadas de España. También conocía bien algunas obras conservadas en Cataluña. En su tesis sobre Ribera (Jusepe de Ribera Lo Spagnoletto, Leipzig, 1908; y revisión de 1923) estudió el Martirio de San Bartolomé, una obra que catalogó como «de escuela/de imitación». Esto provocó que los estudiosos posteriores no la tuvieran en cuenta y hubiera un silencio significativo hasta que esta pintura fue revalorizada a partir de la década de los años 70 del siglo XX. Mayer también conoció bien la pintura barroca del Museo Nacional, lo que se refleja en sus publicaciones: a Geschichten der Spanisches Malerei (1913) y, posteriormente, a la versión castellana Historia de la pintura española (1928), donde menciona: la Epifanía de Francisco Herrera el Viejo, que él atribuye a Antonio del Castillo; la Inmaculada Concepción de Francisco de Zurbarán; la Imposición de la casulla a san Ildefonso de Juan de Valdés Leal; o la Naturaleza muerta con manzanas, uva, melones, pan, jarra y botella de Luis Egidio Meléndez.

Entre diciembre de 1919 y octubre de 1920 Mayer vino a Barcelona para examinar las pinturas de la colección de Leopold Gil y Llopart (depositadas en nuestro Museo en 1922, una selección de las cuales fue adquirida en 1944). De estas obras entregó un informe firmado el 12 de octubre de 1920, donde hace un repaso de atribuciones y una valoración económica (publicado por Jordi de Nadal en la revista Goya, número 345, 2013). Entre las pinturas que analiza, mantiene o revisa las autorías preexistentes y, en algunos casos, las da a conocer mediante publicaciones. Cabe destacar «Algunos cuadros desconocidos de escuela madrileña» , Boletín de la Sociedad Española de Excursiones (1922), donde referencia la Ascensión de Francisco Camilo o la Anunciación de Francisco de y Solís. También es interesante su opinión sobre el Retrato de Carlos II, entonces atribuido a Juan Carreño de Miranda, y que desde los años 90 del siglo XX se adjudica a Claudio Coello:

«La atribución a Carreño me parece muy justificada. la pintura del traje se magistral y Recuerda en algo la técnica más burda de Claudio Coello.»

  • Francisco Camilo, Ascensión, 1651, Museu Nacional d’Art de Catalunya.
  • Francisco de Solís, Anunciación, 1664, Museu Nacional d’Art de Catalunya.
  • Claudio Coello, Retrato de Carlos II, 1680-1683, Museu Nacional d’Art de Catalunya.

Aparte de eso, queda fascinado por dos obras: el San Pablo de Velázquez y el Retrato de caballero de Tintoretto. En relación con el Velázquez, la obra había sido atribuida por primera vez al maestro sevillano en 1916, por Héctor Oriol (seudónimo de Víctor Oliva), y Mayer lo confirma y la da a conocer a nivel internacional en el artículo «Einige unbekannte Arbeiten des Velázquez» , Zeitschrift für bildende Kunst (1921), y posteriormente en la monografía Velázquez. A catalogue raisonné of the pictures and drawings (1936). Lo que comenta en el informe de 1920 aún se puede afirmar en la actualidad:

«No me menoscabe duda que este lienzo es obra auténtica de la mano de Velázquez. Es de su primera época y de sumo interés para el desarrollo del arte de este gran maestro.»

Sobre el Tintoretto, anota:

«Atribuido a Tiziano, este hermosísimo retrato es obra característica de Jacopo Robusti, llamado Tintoretto. He publicado este cuadro en la Zeitschrift für bildende Kunst (1920), Pertenece a los mejores retratos pintados por este famoso pintor veneciano.»

Concretamente en el artículo «Zwei unbekannte Werke Jacopo Tintorettos». En cambio, se creía que la atribución partía de Adolfo Venturi (1929).

  • Diego Velázquez, San Pabloc. 1619, Museu Nacional d’Art de Catalunya.
  • Tintoretto, Retrato de caballero, 1553-1554 , Museu Nacional d’Art de Catalunya.

Finalmente, también vale la pena mencionar la referencia al Ramon Llull, de atribución compleja (ha sido otorgado a Velázquez, los Ribalta y recientemente a Luís Tristán); en el informe de 1920 señala: «obra de la escuela de Ribera, representa un tipo filosofo», idea que acaba publicando «Bemerkungen zum Werk diciembre Velazquez» , Münchner Jahrbuch der Bildenden Kunst (1927), aunque el catálogo de Velázquez (1936) cambia de opinión , y la adjudicará al maestro sevillano.

Francesc Ribalta, Ramon Llull, c. 1620, Museu Nacional d’Art de Catalunya.
Francesc Ribalta, Ramon Llull, c. 1620, Museu Nacional d’Art de Catalunya.

En el mismo artículo de 1927, menciona un filósofo con la inscripción «Atlante» que se encuentra en una colección particular de Madrid, y que desde 1948 está en el Museo Nacional (depositado por el Servicio de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional). Para Mayer esta tela es una copia de un Velázquez, pero la obra de referencia es en realidad un Tales o Anaxágoras que Ribera pinta hacia el 1640. De este filósofo se conocen diferentes versiones, pero sólo una de autógrafa, conservada en una colección particular de los EEUU.

  • Anónimo, Copia de «Filósofo», 1640-1700, Museu Nacional d’Art de Catalunya.
  • José de Ribera, Tales o Anaxàgoresc. 1640, colección particular.

Entre otros aspectos, Mayer incorporó al catálogo del Greco dos de las pinturas que tenemos en el Museo Nacional, concretamente en el libro Domenico Theotocopuli El Greco (1926). Sobre el Retrato de Fray Alonso de santo Tomás atribuido a Juan Bautista Maíno, el estudioso alemán apuesta por Francisco de Zurbarán, y así lo refleja en el artículo «Unbakannte Werke Zurbarans» , Zeitschrifi für bildende Kunst (1927-1928). En enero de 1929, hay constancia de su ida al Museo de la abadía de Montserrat para estudiar una obra del Maestro de la Anunciación de los Pastores, pintor caravaggista del siglo XVII.

Para terminar, en diciembre del 1936, la revista Boletín de los Museos de Arte de Barcelona recoge el paso de Mayer por el Museo Nacional, con el texto «Observaciones de Mayer sobre pinturas expuestas en el Museo de Arte de Cataluña», donde se transcriben algunas de sus opiniones después de su visita. Una de las reflexiones más curiosas se refiere a la Versión del «Retrato del arzobispo Fernando de Valdés» de Diego Velázquez versión o copia del Portrait of Archbishop Fernando de Valdés de Velázquez, que se encuentra en la National Gallery de Londres, que al especialista le recordaba el estilo de Alonso Cano.


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