Montse Gumà
San Miguel
Hasta ahora hemos mencionado pocos nombres propios, porque de todas estas criaturas celestiales, las únicas que lo tienen son los arcángeles, una clase a parte entre las cohortes celestiales y, iconográficamente, la más rica. Aunque hay siete, un número sagrado, hay cuatro, cuyo nombre coincide entre las fuentes: Miguel, Gabriel, Rafael y Uriel, y tres que varían, pero que según la tradición ortodoxa se llaman: Baraquiel, Jegudiel y Sealtiel. De los siete, en el año 746, el Concilio de Letrán, limitó el culto a los tres primeros. Y a los tres se les atribuyen gestas importantes en la historia de la Salvación, y presentan una variada iconografía, relacionada con sus acciones, especialmente a san Miguel, que tiene una personalidad más definida.
En este frontal se representan cuatro episodios en los que estos tres ángeles son los protagonistas, en especial Miguel. En el primero de los cuatro compartimentos, Rafael y Gabriel se llevan al Cielo el alma de un difundo, desnuda y asexuada en una sábana blanca. En el compartimento de al lado, Miguel, armado con lanza y escudo, lucha con el dragón, encarnación del diablo, a quien vencerá. En los otros compartimentos, en uno, san Miguel pesa las buenas y malas acciones mientras que un demonio negro intenta hacer trampas y, en el otro, aparece el milagro del monte Gargano, en el que el arcángel se aparece a un cazador en forma de toro. La flecha del cazador invierte su curso y regresa para clavársele en el ojo, para evidenciar la voluntad de Miguel que en esa montaña de Italia se le erija un santuario. El combate contra el dragón, el peso de las almas y las apariciones en el monte Gargano, en el monte Saint-Michel y en el mausoleo de Adriano en Roma son los temas iconográficos relacionados con san Miguel que se representan con más frecuencia.
En este retablo, dedicado exclusivamente a san Miguel, ya de entrada nos sorprende la apariencia del arcángel. En las representaciones más antiguas, tal y como lo hemos visto hasta ahora, viste túnica o dalmática, igual que sus compañeros Gabriel y Rafael. Pero ahora, ha cambiado la indumentaria y aparece como un caballero-guerrero medieval, con armadura y lanza. En lo que respecta a las escenas que protagoniza, en la central lucha contra el dragón, en este caso un monstruo de siete cabezas. A la derecha, dos episodios que ya conocemos: el milagro del monte Gargano y, debajo de este, el peso de las buenas y malas acciones de los difuntos. A la izquierda, la caída de los ángeles rebeldes, otra vez la lucha de san Miguel, jefe de los ejércitos divinos, contra los ángeles rebeldes, representados con formas zoomórficas, y la posterior división entre el Cielo y el Infierno. En la parte superior, a ambos lados del Calvario, una anunciación con el arcángel Gabriel como protagonista, con una apariencia que no tiene nada que ver con la del príncipe de los ángeles.
Os mostramos ahora varios ejemplos de la colección, de diferentes épocas, en las que san Miguel se enfrenta al dragón, cuya presencia, a veces, hay que intuir porque no es explícita, y resulta vencedor. Lo vemos vestido con túnica o dalmática, como caballero medieval y, ya a partir del Renacimiento, como general romano, pero siempre armando con una lanza y luchando contra el mal.
Como ya hemos visto en el Frontal de los arcángeles, san Miguel es también el protagonista de la escena de la psicostasis, o peso de las almas, donde aparece pesando un alma con unas balanzas mientras que un demonio intenta hacer trampas y estira la balanza para inclinarla hacia su lado. Es un episodio que muy a menudo se plasma en representaciones del Juicio Final, como en las pinturas de Santa Maria de Taüll, aunque, como en el caso del retablo de Joan Mates que hemos comentado, acompaña una misa en ayuda de los vivos para rescatar las almas del purgatorio.
Ya hemos anunciado que, según la tradición cristiana, Miguel se apareció en el monte Gargano, uno de los milagros más célebres de los que se le atribuyen. En esta tabla del siglo XV, un grupo de personajes son testigos de cómo el pastor Gargano ha disparado con la ballesta al toro que se había extraviado de su rebaño, y cómo la flecha ha regresado milagrosamente hacia el tirador y se le ha clavado en el ojo. Ante la incomprensión de lo que ha pasado, por último, san Miguel se aparece y hace saber que este hecho milagroso es obra suya, y que lo que pide es que se levante un santuario en ese luchar bajo su advocación, deseo que le es complacido. Aunque es un tema recurrente en el gótico, en el museo podemos encontrar dos de las primeras manifestaciones en Cataluña que se conservan de él: el Frontal de los Arcángeles y la Tabla de Soriguerola.
San Gabriel
En lo referente a san Gabriel, hasta ahora lo hemos encontrado como abogado del Juicio Final junto a Miguel y Rafael en pinturas románicas, y acompañando a un alma difunta al Paraíso, junto con Rafael, en el Frontal de los arcángeles. Pero, como arcángel mensajero de Dios, es uno de los actores principales de las escenas de la anunciación a María. En este sentido, aunque su presencia es abundante, porque aparece en todas las anunciaciones, su iconografía no es tan variada como la de san Miguel. Se le representa como una figura alada, joven y a menudo andrógina, ataviada con alba o dalmática, que lleva un cetro en la mano.
Con frecuencia, el cetro es sustituido por una flor de lirio blanco, símbolo de la pureza de la Virgen. Aunque normalmente lleva el lirio en la mano y lo ofrece a María, las flores pueden aparecer también en un jarrón en algún punto de la escena, ambientada en un interior, que podríamos calificar de doméstico. En otras ocasiones, el lirio se añade al cetro.
A parte del lirio, Gabriel puede sostener una filacteria o rótulo donde está escrito el saludo que hizo a María en el momento de la anunciación: Ave, gratia plena, Dominus tecum, es decir, “Dios te salve, llena de la gracia del Señor. Él está contigo”, tal y como vemos en este anónimo valenciano de principios del siglo XV, en el arca de novia del siglo XVI o en las dos tablas anteriores con la misma representación.
En lo referente a la posición de las manos, acostumbra a ser de saludo, aunque a veces con el dedo señala al cielo indicando que cumple con una orden divina. También aparece con las manos cruzadas sobre el pecho en señal de respeto.
Gabriel también es el protagonista de otras escenas, aunque sin tanta fortuna como la de la anunciación a María. En el caso que ahora os presentamos, y también como mensajero de Dios, fue el encargado de anunciar a Zacarías, mientras oficiaba misa, que Elisabet, su esposa, estaba embarazada y que sería la madre de san Juan Bautista, tal y como vemos en la escena de Santa Maria de Taüll, en el compartimento superior derecho del Retablo de los santos Juanes del Maestro de Santa Coloma de Queralt, o en el dibujo de Josep Bernat Flaugier que os presentamos.
Cuentan también que fue el enviado de Dios al profeta Daniel para revelarle las visiones apocalípticas que había recibido y que anunciaban la instauración del Reino de Dios en la Tierra.
San Rafael
En cuanto a san Rafael, igual que Gabriel, lo hemos visto como abogado del Juicio Final en pinturas románicas y acompañando a un alma difunta al Paraíso en el Frontal de los arcángeles. Pero la historia que se asocia a Rafael y, en la que es uno de los protagonistas principales, es la de Tobías y su peregrinación en busca de una esposa piadosa, viaje durante el que Rafael, enviado por Dios, acompaña al joven y lo ayuda en su propósito. El arcángel, a veces ataviado con túnica o dalmática, otras veces vestido de peregrino, dice a Tobías que pesque un pez y le extraiga las vísceras y las queme, porque eso le ayudará a espantar al demonio que está enamorado de su futura prometida y romperá el sortilegio que hace que la joven enviude cada vez que se casa. A parte, aprovechando la hiel del pescado, Tobías cura la ceguera de su padre. Por eso a menudo Rafael aparece también con un pez o con un vaso de ungüentos y remedios.
Es la historia de un ángel médico, que cura la ceguera del padre, y ángel guardián a la vez, quien acompaña y guía al joven Tobías, pero quizás también es la de un arcángel sacrificado en las representaciones plásticas por aquello que el tres rompe la simetría. Si nos fijamos, y regresamos al principio, en las pinturas de Áneu, mientras que Miguel y Gabriel aparecen en la cuenca absidial, Rafael queda relegado al registro intermedio junto a los serafines. También es cierto que su culto no estaba tan extendido como el de san Miguel y que la vida de Tobías no se pintaba tanto como la anunciación a María.
Después de leer este artículo, habremos aprendido a identificar algunos ángeles a través de algunos elementos que aparecen asociados a su representación e, incluso, entenderemos y sabremos explicar algunas de las historias plasmadas en las obras de arte. Si os interesa el tema no os perdáis el itinerario virtual Quien es quien, donde os presentamos otros personajes del santoral y los atributos que los identifican.
Enlacesos relacionados:
No todos los ángeles son iguales: el arte así lo plasma /1
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One comment
Estimada Sra. Gumá
Preparo un trabajo sobre numismática en Canarias en los siglos XVI-XVIII y estoy buscando información sobre la iconografía relativa a San Miguel Arcángel, me podría indicar alguna fuente o le podría remitir una imagen de una medalla a fin de determinar su fecha de fabricación?
Le estaría enormemente agradecido ya que de confirmar un dato en estudio actualmente, estaríamos ante un descubrimiento importantísimo en la numismática insular.
Un cordial saludo
S. Medina