Albert Estrada-Rius
Todo lo que tiene que ver con los coleccionistas y con la formación de las colecciones cada vez genera más interés. Tenemos un ejemplo excelente en el proyecto Repertori de Col·leccions i Col·leccionistes d’Art i Arqueologia, liderado por los académicos Bonaventura Bassegoda y Francesc Fontbona desde el Institut d’Estudis Catalans. Este proyecto facilita, entre otros objetivos, una aproximación rigurosa a los creadores de muchas de las colecciones que guarda el Museo Nacional. No olvidemos que el museo es, en última instancia, una colección de colecciones y detrás de cada una hay una historia vital que merece ser recordada y divulgada. En este artículo nos detendremos en un único ejemplo muy reciente.
Los museos, como todas las instituciones, están sujetos a la evolución de las demandas y las necesidades de la sociedad que los sostiene. Las funciones que se les ha requerido han ido cambiando a lo largo del tiempo en torno a la premisa imprescindible de conservar unos bienes patrimoniales, catalogarlos tras estudiarlos y ponerlos al alcance del público y de los estudiosos. Cada una de estas misiones básicas se ha ido desarrollando en un proceso que continúa en la actualidad. Nuestro Museo Nacional nos aporta muchos testimonios cuando, al ingresar nuevas piezas en las colecciones, es consciente de que no únicamente enriquece el patrimonio artístico público y cumple una finalidad social, cada vez más amplia, sino que también asume un patrimonio inmaterial que es íntimo, personal e inherente a los objetos adquiridos.
Una serie completa de veinte billetes alemanes
Prussian Province of Berlin , 50 pfennige, 1921
A penas hace algo más de un año, el museo ingresaba como donación con destino a las colecciones del Gabinet Numismàtic de Catalunya una serie completa de veinte billetes alemanes de 50 pfennige, emitidos en 1921 en el periodo de la República de Weimar. Tras el final de la I Guerra Mundial (1914-1919), la carestía de metal conllevó la fabricación en papel de los valores, como una especie de moneda de emergencia o de necesidad que los numismáticos llamamos obsidional. A pesar de las circunstancias económicas difíciles, que en los meses siguientes derivarían en una espiral inflacionaria de la que serían protagonistas precisamente las emisiones de billetes con cifras millonarias, el diseño de estos billetes es muy esmerado.
Los motivos que adornan el reverso de cada pieza son vistas historicistas, al uso de los antiguos grabados, de cada uno de los distritos que en 1920 se integraron en lo que se convino en llamar el Gran Berlín. Por esta razón la serie completa recibe, a menudo, el nombre elocuente de Tour del Gran Berlín, ya que, efectivamente, permite disfrutar en la palma de la mano de un bucólico recorrido por las veinte antiguas poblaciones. Se trata de una manera práctica y eficiente de utilizar los billetes pequeños, que pasan por las manos de todos los ciudadanos, como instrumento de propaganda y conmemoración un año después de la aprobación de la ley de agregación urbana, pero también es un medio pedagógico y divulgativo al popularizar los nombres de los nuevos distritos de la capital entre sus habitantes. Los billetes, además, iban numerados en el reverso por lo que se facilitaba mucho la ordenación y la colección, como si se tratara de cromos. El anverso, con el valor nominal, es único para todos los billetes y muestra una versión de la figura heráldica del oso rampante que hasta la hoy identifica Berlín.
La caída del Segundo Imperio alemán tras la abdicación del káiser, la firma del armisticio y la fallida revolución espartaquista abrieron las puertas a la llamada República de Weimar, que perduraría hasta su subversión por el régimen nazi. Efectivamente, una época de flagrantes contradicciones. La llamada Ley del Gran Berlín, de 1 de octubre de 1920, convertía la capital de Alemania en la ciudad más grande de Europa. De este modo se integraron catorce poblaciones de los alrededores de la vieja capital como distritos de un único gran municipio que pasó a tener veinte. En los años posteriores la capital culminó sobre esta base territorial amplia su total modernización con la creación de la primera autopista del mundo en 1921, la inauguración del moderno aeropuerto de Tempelhof en 1923 o la construcción de la torre de radio o Funkturm en 1926 . Se trata de un periodo en el que Berlín también se convirtió en una de las metrópolis culturales europeas más brillantes de los años veinte, a pesar de las penurias económicas, las heridas territoriales y las humillaciones nacionales de después de la guerra.
La historia de Adolf Linhard, el coleccionista de los billetes
El donativo de la serie completa de billetes tiene un valor numismático evidente al que se debe sumar una emotiva historia vital y familiar, que compartimos ahora con la complicidad del generoso donante y que hay que preservar como un valor añadido a la colección. Efectivamente, el donativo ha sido ofrecido por el cosmopolita barcelonés José Linhard —doctor en Sociología por la Freie Universität Berlin [Universidad Libre de Berlín] y fundador en Barcelona de la conocida Tertúlia Migdia—, que los conservaba como un recuerdo de su progenitor, Adolf Linhard (1902-1954).
Este último, nacido en tierras de la vieja monarquía danubiana de Austria-Hungría, se estableció en Berlín con una posición acomodada y allí, como otros berlineses, los coleccionó en el momento de su emisión. Lo deducimos porque la serie de billetes está completa y se compone de piezas nuevas sin circular. Además, los conservó juntos y le acompañaron toda su vida después de abandonar Alemania en abril de 1933 en presenciar el ascenso al poder de Adolf Hitler. Este, como es bien sabido, había conseguido liderar inopinadamente una coalición de fuerzas conservadoras tras las elecciones y de manos del presidente Paul von Hindenburg consiguió ser nombrado canciller del Reich en enero de 1933.
Adolf Linhard se temió lo peor. No en vano, había leído Mein Kampf (1925-1926) y había asumido lo que significaría para la Alemania de Weimar el gobierno de Hitler y del partido nazi con sus proclamas y sus programas antisemitas y pangermanistas. Alemania y toda Europa aún no habían podido, o querido, asumir que estaban en grave peligro, pero nuestro protagonista lo veía muy claro.
Adolf Linhard abandonó precipitadamente Berlín, así como la posición segura y acomodada de que allí gozaba, para llegar a una Barcelona en la que no tenía ningún contacto. En la ciudad condal esperó la llegada de su mujer con el propósito de continuar por mar, en cuanto fuera posible, el viaje hacia los Estados Unidos de América. El estallido de la Guerra Civil Española el 18 de julio de 1936 frustró completamente este proyecto y les obligó a permanecer como apátridas en la ciudad. La situación aún se agravó más tras el final de la Guerra Civil con el triunfo del bando nacional que, no lo olvidemos, confraternizaba en ese momento con unas fuerzas del Eje que tanto habían contribuido a su victoria. A pesar de las dificultades iniciales la familia terminó por establecerse definitivamente en la ciudad y, tras la finalización de la II Guerra Mundial y de la pesadilla del nazismo, recobraron sus pasaportes como ciudadanos alemanes de pleno derecho, aunque no volvieron.
La donación de los billetes por parte de José Linhard
En mayo de 1939 nació en Barcelona el generoso donante de esta serie que tiene tanto interés desde el punto de vista numismático como humano. Él sí, una vez recuperada la memoria familiar, volvió a Alemania en 1956 en busca de sus orígenes, donde permaneció a lo largo de más de treinta años. Desde la oficina de protocolo del Sector Occidental, fue testigo directo de algunos de los episodios míticos de la historia reciente de la ciudad, como el levantamiento del muro a partir del 13 de agosto de 1961 o la visita del presidente Kennedy el 23 de junio de 1963.
José Linhard en Berlín en la década de los cincuenta mientras trabajaba en la oficina de protocolo de la ciudad
Pero esta, como se suele decir, es otra historia que esperamos poder leer pronto en las memorias que está escribiendo. De momento, nos quedamos con el relato íntimo que guarda la serie de los billetes del Tour por el Gran Berlín que ahora, como patrimonio de todos, permanece custodiada en el Museu Nacional como un signo de reconciliación al cumplirse el centenario de su emisión.
Enlaces relacionados
Pequeños billetes para el Gran Berlín
Gabinet Numismàtic de Catalunya