El museo ha coeditado junto con Norma Editorial el cómic Gótico, del escritor Jorge Carrión y el dibujante Sagar Fornies. En él, exploran la colección de arte gótico del Museu Nacional. Jorge Carrión nos cuenta el proceso de creación de la publicación.
Es difícil cambiar de hábitos, sobre todo si te han dado unos resultados aceptables. De modo que cuando Pepe Serra, director del Museu Nacional, y Lluís Alabern, jefe de mediación y programación cultural, nos pidieron que leyéramos la colección de arte gótico del Museu Nacional en clave de cómic, Sagar y yo volvimos a quedar los viernes por la mañana, como habíamos hecho unos años antes para entrevistar chatarreros y seguir las rutas del metal por nuestra bendita ciudad, es decir, para ir encontrando las historias, los datos y los espacios que se convertirían en Barcelona. Los vagabundos de la chatarra, una investigación periodística en viñetas.
Aproximándonos a la colección de arte gótico
Guiados por Lluís, por Cèsar Favà, conservador de la colección de arte gótico, o por nuestra cuenta, durante los viernes de varios meses nos fuimos familiarizando con esos cuadros, esos fragmentos de obras perdidas, esas estatuas y esos retablos, hasta entender su lógica y su imaginario. Sobre todo los de los retablos, que se encuentran al mismo tiempo tan cerca y tan lejos de la historieta. Porque, aunque también narren en viñetas, son religiosos, mitológicos, monárquicos, jerárquicos, mientras que el cómic es un lenguaje irónico, moderno, que no se entiende sin la prensa ni sin la masa, esto es, sin la democracia.
Pronto entendimos que la estrategia para aproximarnos a ese mundo no podía ser la misma que habíamos seguido en nuestro primer cómic. Aunque era fuerte la tentación de tomar el camino del documental The National Gallery, la obra maestra de Frederick Wiseman, del mismo modo que en Barcelona. Los vagabundos de la chatarra habíamos cogido el testigo de Joe Sacco, intuimos que el periodismo y el documental no eran las vías óptimas para llegar a donde queríamos llegar. Tendríamos que inventar nuestra propia ruta.
Nuestro método de trabajo
Comenzamos buscando los colores predominantes de cada ámbito de la colección, para intentar captarlos a través de la acuarela.
Eso nos permitió dividir el libro futuro en cuatro capítulos. La decisión fue generando conceptos, hilos conductores y materiales, sobre todo a partir de la idea de que los museos son máquinas de expropiar y de ordenar, pero también espacios monstruosos donde los imaginarios se remezclan y donde es posible rastrear tanto los estratos del horror como los del amor.
Al renunciar al periodismo, renunciamos a la narración y a los personajes (también a nosotros mismos como personajes, a nuestros diálogos).
El libro se convirtió en un ensayo creativo, no limitado, por tanto, al discurso reflexivo o analítico, sino abierto a la poesía, a la fotografía, a la pantalla y al diálogo con el anacronismo porque era importante crear enlaces directos entre el arte gótico y los iconos y las tecnologías de nuestra época.
Ensayar, convertir el libro en laboratorio, nos ha permitido sintonizar con la idea de museo del siglo XXI. Un espacio también abierto y en transformación.
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