El descubrimiento de la abellaíta y el Museu Nacional d’Art de Catalunya

2.696
Jordi Ibáñez

La historia de un nuevo mineral y de un viejo pigmento

En el bonito pueblo de Castell-estaó, en el término municipal de la Torre de Capdella, en la Vall Fosca (Pallars Jussà), se localiza una pequeña mina de uranio abandonada, llamada Eureka, que aloja un buen puñado de especies minerales muy poco comunes.

¿Os suenan la andersonita, la čejkaíta o la natrozippeíta? Son minerales de uranio que, junto con muchos otros, pueden encontrarse hoy en día en esta antigua mina. Este yacimiento sufrió un intento de explotación durante el franquismo para extraer el uranio y, de paso, para mostrar el potencial del régimen con las tecnologías nucleares. Después de abandonadas las actividades mineras, que no dieron lugar a grandes cantidades de material extraído, este yacimiento ha resultado ser un lugar con las condiciones ideales para que se formen minerales únicos y excepcionales. En él destaca la abellaíta, que es la primera nueva especie mineral que descubierta en Cataluña. Dicho de otro modo, la mina Eureka es la “localidad tipo” para la abellaíta, circunsancia que no se había dado nunca antes para ningún otro de los más de 5.000 minerales que se conocen. El holotipo de la abellaíta está expuesto en el Museu Blau.

Mineralización de abellaíta dentro de las paredes de la mina.
Dedo señalando la mineralización de abellaíta dentro de las paredes de la mina.
Foto: Jordi Cortés

¿Y qué tiene que ver todo esto con el Museu Nacional d’Art de Catalunya? De entrada, parece algo extravagante que el museo se implicara en el estudio de un mineral nuevo, pero esto se entiende rápidamente si os decimos que los pigmentos o partículas de la composición de una pintura que proporciona el color pueden tener su origen en un mineral. Y que una de las tareas del laboratorio del museo es identificar los pigmentos utilizados por los artistas en sus obras, y saber su origen.

El proceso para la acreditación de la abellaíta como mineral nuevo

Para caracterizar la abellaíta y ser aceptada como nueva especie mineral por la International Mineralogical Association (IMA), fueron necesarios numerosos análisis para determinar, entre otras muchas propiedades, su fórmula química y su estructura cristalina. Una de las técnicas analíticas más útiles para caracterizar los minerales es la espectroscopia de absorción infrarroja, difícil de utilizar cuando tenemos entre manos muestras muy pequeñas.

Cristales de abellaíta

Agregado de cristales de abellaíta y detalle obtenido con un microscopio de rastreo en los Centros Científicos y Tecnológicos de la Universidad de Barcelona (CCiTUB).
Imagen: Matteo Chinellato

Los investigadores del Instituto de Ciencias de la Tierra Jaume Almera del CSIC que estudiaban la abellaíta junto con investigadores de la Universidad de Barcelona (UB), ya hacía un tiempo que colaboraban con el museo y que, por lo tanto, conocían las posibilidades para el estudio de micromuestras en su laboratorio. Debemos tener en cuenta que la cantidad de material que se puede extraer de una obra de arte o de una muestra de mineral raro es, necesariamente, mínima. Este hecho condiciona la metodología de análisis, que requiere una manipulación muy precisa de las muestras y la aplicación de técnicas analíticas microscópicas. Los procedimientos que sigue habitualmente el laboratorio del museo resultaban muy adecuados para estudiar el mineral nuevo. Los resultados de la espectroscopia infrarroja obtenidos se sumaron a los de otras muchas técnicas analíticas para averiguar que la abellaíta es un carbonato básico de plomo y sodio con la fórmula química NaPb2(CO3)2(OH).

La abellaíta y su relación con el Cristo de Capdella

Esta composición química, curiosamente, se asemeja mucho a la de uno de los pigmentos más utilizados a lo largo de toda la historia del arte: el blanco de plomo. Este pigmento antiguamente se obtenía de los minerales cerusita o hidrocerusita (carbonato de plomo y carbonato básico de plomo, respectivamente). Muchas veces, el pigmento corresponde a una mezcla de ambos compuestos. Sin embargo, desde la antigüedad, el pigmento también se podía obtener de forma artificial tratando planchas de plomo con vinagre caliente u orina, para provocar, así, la oxidación del metal y favorecer la formación de un polvo blanco de hidrocerusita.

Y no deja de ser casualidad lo que nos cuentan los conservadores-restauradores del museo: un lugar donde el pigmento blanco de plomo se ha empleado extensamente es al Cristo de Capdella, una talla románica de madera policromada de la segunda mitad del siglo XIII, procedente de la iglesia parroquial de Sant Vicenç de Capdella (La Torre de Capdella). Este pigmento se detecta tanto en zonas de policromia blanca como mezclado con otros pigmentos, como por ejemplo los rojos, para crear la tonalidad de las carnaciones.

En un proceso paralelo, mientras se iban descifrando las propiedades más fundamentales de la abellaíta, el museo, a petición del Ayuntamiento de La Torre de Capdella, procedía a estudiar la talla del Cristo para obtener una reproducción. Se aprovechó esta circunstancia para analizar los materiales y restaurar la pieza. De las muestras extraídas, se pudo constatar la presencia mayoritaria de carbonato básico de plomo en su policromia, químicamente muy similar al nuevo mineral abellaíta, cristalizado unos pocos kilómetros más abajo respecto de la ubicación original del Cristo.

Cristo de Capdella
Talla del Cristo de Capdella e imágenes del análisis de un fragmento de policromia que contiene blanco de plomo

De momento, en los pigmentos del Cristo de Capdella no se ha encontrado la abellaíta, pero esto no quiere decir que no podamos localizar este o cualquier otro mineral exótico en los pigmentos de obras producidas y policromadas en todo el país. Por lo tanto, ¡tenemos que seguir investigando!

Y si tenéis curiosidad por profundizar en esta historia y en otros relacionadas con este mineral nuevo, podéis leer Las minas de Castell: del uranio de Franco al descubrimiento de la abellaíta.

Las minas de Castell: del uranio de Franco al descubrimiento de la abellaíta
Las minas de Castell: del uranio de Franco al descubrimiento de la abellaíta.

Jordi Ibáñez
Instituto de Ciencias de la Tierra Jaume Almera (CSIC)

+ posts
Z_ Guest blogger

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

CAPTCHA * Time limit is exhausted. Please reload the CAPTCHA.