Apenas ponemos en marcha el nuevo curso y volvemos a entrar en las aulas, con nuevos creadores y creadoras en la octava colaboración del museo con el programa Creadores EN RESiDENCIA en los institutos de Barcelona. Y ahora es el momento de echar una mirada al curso pasado y a la experiencia de Svantje Busshoff .
Esta artista, que tuvo una doble presencia en el Institut Vall d’Hebron y en el museo con la muestra Re-parar, reflexiona aquí sobre lo que supuso su estancia como artista residente en este centro educativo, el contacto con el alumnado y la revisión de su propio proceso de trabajo desde una nueva perspectiva.
El programa EN RESiDèNCIA es siempre un espacio de intercambio y experimentación para todas las personas que participan en él. Los artistas comparten sus reflexiones, temas de interés y formas de trabajar con un grupo de alumnos. Estos, por su parte, ponen en juego también sus inquietudes y sus imaginarios para llevar a cabo un proceso creativo compartido, un diálogo complejo y rico a la vez, como apunta la Svantje Busshoff en este texto.
La residencia de Svantje Bußhoff en el Institut Vall d’Hebron fue comisariada y coordinada por la Asociación A Bao A Qu y el museo.
Svantje Busshoff
Uno de los días más felices de mi vida fue cuando dejé de ir a la escuela. Me prometí que nunca volvería, y que durante toda mi vida huiría de las exigencias de esta institución.
Pero cuando me propusieron la colaboración con el programa En Residència no dudé demasiado en aceptar. Quizá por la situación en la que nos encontrábamos, nada más salir del confinamiento, cualquier cosa que oliera a actividad o a futuro era más que bienvenida.
O quizás porque en ese momento sentía que tenía suficiente bagaje para compartir y me seducía la idea de traspasar un saber muy personal a gente joven con una realidad muy diferente a la mía. También me apetecía exponer mis valores y mi obra artística a la crítica de personas con las que normalmente no tengo mucho contacto.
Que finalmente la vuelta al instituto fuera una experiencia muy positiva se debe a los chicos y chicas que encontré, y a los adultos que me han acompañado en el proyecto. Hemos conseguido compartir, intercambiar, pasarlo bien y, al fin y al cabo, crear una obra conjuntamente a la que llamamos Nada está roto.
Presentación y montaje del proyecto Nada está roto en el Institut Vall d’Hebron
Según Foucault, la escuela, las prisiones y los manicomios son instrumentos para amoldar a los humanos para que funcionen en sociedad. La estrategia para alcanzar esta meta es tan definida como la propia meta, y se basa en objetivos, metodologías y evaluaciones. Se elaboran proyectos para que paso a paso los alumnos se vayan llenando del saber deseado y al final se premia a todos aquellos que han cumplido con la expectativa.
El arte, como yo lo entiendo, no funciona así. Tampoco lo hace la vida. La creación queda mutilada si se aplican rigurosamente estas estrategias.
Antes de encontrarme en la situación de tener que trasladar mi manera de hacer, mis conceptos, mis códigos y mis normas a un proyecto educativo, no había reflexionado sobre cómo trabajo. ¿Por qué hacerlo? Tampoco reflexionamos sobre los pasos al caminar. Sin embargo, ahora se me presentaba el dilema de tener que cumplir mínimamente con una expectativa institucionalizada. Tuve que cuestionarme a mí y también cuestionar mi obra desde una nueva perspectiva.
Momentos en el Institut Vall d’Hebron y en el taller de Svantje Busshoff durante su participación en En Residència
El conflicto tiene un enorme potencial creativo y transformador. Cuando dos opuestos se encuentran, ambos tienen la voluntad de imponerse, ya sean personas, conceptos o, incluso, materiales. Quien sabe aprovechar este momento para conocerse, cuestionarse, reafirmarse o cambiar, siempre sale ganando. El conflicto nos da la oportunidad de aprender y crecer, es fricción, movimiento y cambio. El conflicto no es malo, pero sí lo es a menudo su mala gestión. Dos opuestos siempre se determinan y por eso se necesitan mutuamente. Los contrarios siempre van juntos.
Mi conflicto con la exigencia de la institución, muy orientada a un propósito determinado (lo que en alemán llamamos zielgerichtet), me hizo evidente mi forma de trabajar. Mi proceso creativo no aspira a alcanzar una meta determinada, sino que está guiado por una estrella lejana que apunta hacia una dirección pero que no permite fijar una metodología concreta.
Una estrella representa una meta inalcanzable, por lo tanto, no habrá un final evaluable. Si determino exactamente dónde quiero llegar y el camino que tomaré para llegar, me niego la posibilidad de llegar más lejos, de ensanchar los límites de mi imaginación. Y, al final, la cometa forma parte de un sistema móvil que me incluye a mí misma como un elemento más. No figuro como sujeto ajeno, sino como un actor más que condiciona y está condicionado por el movimiento de cada elemento.
En el taller de Svantje Busshoff
La fricción entre la estructura fija de la institución y la flexibilidad y el dinamismo de mis procesos es una tensión similar a la que se da en mi obra artística. Mis intervenciones en estructuras rígidas, sea reparando, borrando, tapando o silenciando, piensan ese conflicto con las manos. Las reparaciones que llevo a cabo hacen hincapié en las consecuencias de un conflicto como puede ser una estructura rota, el deterioro o la imposición de un material sobre el otro.
En lugar de aplicar una estrategia determinada, desarrollo mi trabajo como si fuera un diálogo, siempre intentando hacer justicia a la contraposición sin dejar de seguir esa estrella lejana, reafirmando mis propios valores. A medida que crece la obra yo también crezco como ser humano.
Detalles de la muestra Re-parar en el Espacio EducArt
Este procedimiento, no estructurado y bailarín, se mueve libremente en diferentes direcciones, temáticas y materiales, va adelante y atrás, gira, se detiene, acelera sin ninguna lógica aparente. De vez en cuando, cuando estoy bastante desorientada, me detengo, reúno los trabajos y observo. Esto puede durar mucho rato o poco, pero al final es el propio proceso y los trabajos los que me enseñan el camino a seguir. Un camino que siempre está iluminado por la luz de aquella estrella inalcanzable.
Me he hecho consciente de todo esto al volver al instituto y gracias al conflicto con la institución y sus reglas y procedimientos. Pero necesitaría aún más espacio para hablar de todo lo que me han aportado los fantásticos alumnos de segundo de ESO A del Institut Vall d’Hebron y los adultos que me acompañaron el curso pasado. ¡Muchas gracias por esta aventura compartida!
Enlaces relacionados
Blog del proyecto, edición 2020-2021.
Podéis recuperar la muestra Re-parar.
También podéis ver el reportaje realizado por el programa Família barris de betevé.
Vídeo Res no està trencat, Svantje Bußhoff EN RESIDèNCIA a l’Institut Vall d’Hebron.