Montse Gumà, con la colaboración de Valeria Nepeina
¿Sois de esas personas que se distraen ante los puestos de los mercados, los escaparates de las floristerías y las tiendas de comestibles más tradicionales?
Cuando viajáis, los mercados ¿son paradas obligadas en sus visitas turísticas? A nosotros nos encantan los colores, los olores, la disposición ordenada de las frutas y las verduras, las texturas…, pero no habíamos pensado que esto que nos atrae tanto, a pesar de ser actual, como dice Antonio Marino en el catálogo, son «naturalezas muertas».
El nombre ‘naturaleza muerta’ procede del holandés Stilleven, ‘naturaleza inmóvil’, y designaba un género artístico que se extendió por los Países Bajos y que con los años adquirió un estatus artístico propio, al margen de otros géneros artísticos.
Pero, ¿qué es la naturaleza muerta? Es un género artístico que, a partir de objetos de la realidad cotidiana, ya sean naturales (alimentos, flores, animales muertos, plantas, rocas o conchas) o artificiales (vasos, libros, jarrones, joyas, monedas, pipas, etc. ), tradicionalmente distribuidos sobre una mesa, plasman la vida doméstica. ¿Detrás de estas composiciones se esconde algo más? Encontramos naturalezas muertas insertadas en otros tipos de composiciones, como las religiosas, en el Antiguo Egipto, en el arte griego y romano y en la época medieval y el Renacimiento, hasta llegar al barroco, cuando este tipo de representación se independiza y adquiere un estatus artístico propio.
A lo largo de los siglos, pues, ha sido un tema recurrente. ¿Por qué los artistas la han elegido? Seguramente por una variedad de razones. Inicialmente, parece que los bodegones tenían un simbolismo de tipo religioso. Con el paso del tiempo, se fue difuminando el significado simbólico de los objetos representados y se transformaron en meros elementos del mundo objetivo, indicadores, tal vez, del estatus social y económico del propietario, de su empleo… hasta convertirse en capturas de la belleza natural y efímera de un objeto con la intención de convertirla en perenne, «incólume».
Con los años, a medida que el mundo evoluciona, van apareciendo nuevos productos, nuevos objetos y nuevos medios y técnicas que nos siguen sugiriendo nuevos caminos para el desarrollo estilístico y la reinvención de la naturaleza muerta como tema artístico.
En la colección del museo y si navegáis por la colección online, encontraréis un buen número. Y, aunque siempre, por defecto, asociamos las naturalezas muertas al Siglo de Oro español, veréis que las hay de todas las épocas y en diferentes técnicas artísticas, no sólo pintura. Podéis encontrar esculturas, fotografías, dibujos…
Una buena experiencia sensorial a partir de las naturalezas muertas la podéis disfrutar si seguís el ejercicio que realizaron los estudiantes de Repertorio y técnicas de la música electroacústica de la ESMUC. Compusieron pequeñas piezas inspiradas en naturalezas muertas de la colección del museo en un itinerario virtual donde, mientras contemplas una cesta de uvas, puedes oír el sonido del prensado, o, al mirar una taza, escuchas el estropicio de los cristales al caer al suelo. ¿Os animáis a escucharlas?
Si os interesan las naturalezas muertas desde el punto de vista estético, consultad el álbum que hemos preparado en Pinterest.
Así como los viajeros se dejan llevar por las sensaciones y los sentidos mientras pasean rodeados de bullicio por los rincones del mercado de las especies de Estambul, o del mercado Dos Lavradores de Funchal o del mercado de Siab Syob de Samarcanda, os animamos a que os adentréis en la exposición Incólume. Bodegones del Siglo de Oro y que la disfrutéis con los cinco sentidos.
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