A fin de conectar mejor la colección con el público, el museo y la plataforma participativa Unique Visitors lanzamos un concurso para la creación de rutas hechas por los usuarios. Felicitamos y agradecemos a todos los participantes su dedicación y creatividad que han supuesto más de 40 nuevos itinerarios virtuales personales. La ganadora de la ruta más original, Isabella Liśkiewicz, nos explica su experiencia:
El público da pistas para la visita
Esa sensación de que muchas veces el arte necesita un enfoque más lento y selectivo, el gusto por descubrir las historias que hay detrás de las obras o las ganas de manipular y combinar las piezas expuestas en un museo –todo esto son síntomas que distinguen a los visitantes excepcionales o, en otras palabras, Unique Visitors–. Se trata de una app –existe también en versión web–, en la que el público mismo da pistas para aprovechar la visita a un museo, creando y sugiriendo unas rutas personales por las exposiciones. Y hay que admitir que esto es muy divertido.
Crear una ruta propia: una conexión personal
Crear mis propias rutas con la app Unique Visitors lo encuentro ideal, sobre todo para las grandes colecciones, como es el caso de la del Museu Nacional. Tienen la gran ventaja de la buena representación de varios periodos y estilos dentro del arte europeo, empezando por el arte románico y hasta el siglo XX. Pero incluso para una entusiasta de los museos como yo, la cantidad y diversidad de los ejemplos puede resultar un poco intimidatoria.
Proponer una ruta personal según algún motivo, periodo o simplemente una afición, es una gran ayuda en los momentos de desorientación. La app permite establecer prioridades dentro de una visión más global del arte. Tampoco es necesario ofrecer interpretaciones completas sobre cada pieza-parada de la ruta, a veces solo hace falta formular una pregunta intrigante y despertar la curiosidad. Diciendo “visión global” me refiero sobre todo al amplio discurso cronológico, al que se recurre en la mayoría de museos en busca de un poco de orden. Aquí las rutas personales realmente brillan: saltando entre obras de arte concretas, no te aferras a la cronología, pero tampoco dejas de verla. Te sitúas dentro de ella con tu recorrido. Puedes mirar por el rabillo del ojo la desaparición del dorado de los retablos mientras estás paseando por las salas de arte renacentista para alcanzar el punto siguiente de la ruta. Tampoco se te escapa la importancia de la aparición de la fotografía, aunque la ruta que siguas no incluya ninguna instantánea.
Las listas como hilo conductor de la visita
La satisfacción de haber visto una exposición concentrada en un motivo poco convencional o un problema atrayente es algo que te hace sentir que el museo dispone de vida propia y voz en un debate. La posibilidad de crear una visita virtual a través de esta app estimula todavía más. Como visitante, o también a veces como guía, siempre aprecio los momentos en los que puedo seguir la evolución de un concepto determinado, rastrear cambios en la sociedad o simplemente disfrutar de una historia interesante. Decidí que la mía sería sobre las listas.
Porque, ¿hay algo más apropiado que una lista cuando uno trata de acercarse a la colección de un museo? Las obras de arte que la componen están organizadas por catálogos e inventarios y la manera de exhibirlas ya es un discurso en sí mismo. Por supuesto la idea que la lista, un método que suele pasar desapercibido, puede ser un portador de conceptos complejos está inspirada en la obra del recientemente fallecido Umberto Eco, mi maestro personal. La elaboró extensamente en el libro titulado El vértigo de las listas que no sólo trata de listas en el sentido propiamente dicho –esto es, con números y palabras– sino también de listas visuales e incluso sonoras. Resulta que diferentes tipos de listas encontradas en las artes pueden funcionar, por ejemplo, como demostraciones de poder del contratante o afinidad técnica del mismo artista. El autor argumenta también que el fenómeno de acumulación y catalogación maníaca dentro de la producción artística puede aspirar incluso a un remedio peculiar para el temor al desvanecimiento.
Sus reflexiones tenían posibilidades de estar visualizadas en forma de exposición y de conjunto de eventos sobre la naturaleza de las listas –el ciclo organizado en el Musée du Louvre, cuyos fondos Umberto Eco principalmente investigaba–. Yo las utilicé para crear mi propia visión del tema, basándome en el fondo de la colección del Museu Nacional. Del mismo modo que en el caso de los ejemplos dados por Eco, algunas de las listas encontradas son bastante evidentes (por ejemplo, los conjuntos de alegorías) y, para percibir otras, es necesaria una cierta imaginación (interiores y naturalezas muertas). Se pueden identificar listas del tipo “prácticas”, parecidas a inventarios o materiales de referencia, y unas más “poéticas”, quizás menos explícitas. También las que ahora están ganando significados distintos de los que se les asociaban unos siglos atrás.
Tanto crear visitas como seguir visiones originales de otros aficionados es una experiencia emocionante y gratificadora. La colección se convierte en un bloque de mármol que se puede formar según preferencias individuales. Uno se engancha al juego y al mismo tiempo accede al fondo de arte de manera activa, prácticamente como un comisario virtual. Resulta que una colección de arte no es para nada un discurso establecido, completo e inmóvil. Gracias a la ruta temática el visitante gana una conexión personal porque las piezas que acaba de ver ahora realmente significan algo único. Y eso es toda la gracia que se puede pedir de un encuentro con el arte.
El concurso ya ha acabado pero Unique Visitors continúa abierto. Os invitamos a navegar y a seguir creando y compartiendo rutas personales del museo.
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Izabela Liśkiewicz
Historiadora del arte, colaboradora en el Museo de Arte Contemporáneo de Cracovia (Polonia) – @izkazliska
One comment
Excel·lent idea i bona explicació. Una forma diferent i apassionant de visitar un museu. I sortir-ne amb una experiència irrepetible!