El oro y el dorado en el arte medieval

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Mireia Mestre

Detalle de La princesa Eudoxia ante la tumba de san Esteban, Grupo Vergós, 1495-1500

Las cualidades del oro, el color amarillo luminoso, la ductilidad y el hecho de ser inalterable, han sido idóneas, no solo para acuñar monedas, sino también para su utilización en el mundo de las artes de todas las civilizaciones. Ha sido siempre un material raro, precioso, reservado al culto, asociado a la eternidad y al poder divino, pero también a la ostentación y la riqueza.

En la pintura, el oro, y también otros metales como la plata y el estaño, se emplean en forma de hojas finísimas que se adhieren a la superficie del soporte, convenientemente preparado. Visitando las salas de arte medieval del museo, sobretodo la colección de arte gótico, llama la atención la presencia constante de fondos dorados en los retablos. Si miramos con más detenimiento, nos damos cuenta que los fondos, aparentemente de oro liso, tienen trabajos finos con dibujos incisos, decoraciones pintadas con lacas transparentes coloridas por encima de las hojas metálicas, pequeños ornamentos repetitivos grabados en el oro (punzado) e, incluso, ornamentaciones en relieve también con dorados (embutido).

El proyecto Explorando el oro en el Museu Nacional

Fotos: Marta Mérida

Los nimbos, las coronas y las mitras de muchos de los personajes representados en los compartimentos de los retablos son también dorados y dirigen la mirada hacia al resplandor que los rodea. Los vestidos más elegantes y preciosistas lucen ornamentos dorados, a veces aplicados sobre la capa de color, y otras conseguidos pintando decoraciones con un color opaco o transparente encima del oro, o bien esgrafiando la pintura sobrepuesta para dejar ver el dorado de debajo. Todo ello, para imitar los motivos bordados y los tejidos con hilos de seda enrollados de láminas finísimas de oro y de plata (estofado), tan apreciados en aquella época.

Sala de arte gótico. Foto: Marta Mérida

Tipo de hojas metálicas y las especificaciones de los contratos

En la edad media, los artistas trabajaban mayoritariamente por encargos específicos y los clientes decidían qué materiales debían utilizar. En general, los pintores compraban los materiales más caros según el encargo que habían recibido y el contrato que habían firmado, pero no los acumulaban por falta de capacidad financiera suficiente. La inversión en este material a la hora de pintar un retablo acostumbraba a ser considerable y las hojas metálicas representaban una parte sustancial del coste total, como también lo era el coste de los pigmentos azules como la azurita y, sobretodo, el lapislázuli.

Se compraban a los especieros o a los boticarios porque eran los que comerciaban con productos locales o importados, como por ejemplo drogas, especias y pigmentos de origen mineral, vegetal y animal. Unos artesanos especializados, los batihojas, eran quien las fabricaban, batiendo el metal ya aplanado con martillo hasta obtener láminas finas, colocadas entre pergaminos, que acababan convirtiendo en hojas.

Para obtener el dorado en la pintura sobre tabla, los pintores utilizaban varias cualidades de hojas metálicas:

  • La hoja de oro o pan de oro, era la más frecuente. Para asegurar la calidad del oro, los contratos catalanes especifican a menudo que sea de florín de Florencia, una moneda medieval de oro de 24 quilates –es decir de oro puro– y de uso bastante extendido en los países de la Europa Occidental. La hoja de oro fino podía ser más gruesa y pesada, y entonces resultaba dos veces más cara que el pan de oro más empleado habitualmente porque era más duradero y menos vulnerable al desgaste superficial.

Florín de Florencia. Foto: Núria Prat

  • El “oro partido” consistía en una hoja de oro muy fina batida sobre una hoja de plata, sobre la que quedaba soldada. Era un material que costaba la mitad del precio de la hoja de oro fino porque contenía menos cantidad de oro, tenía tendencia a ennegrecerse con el tiempo y se tenía que barnizar para evitar la corrosión. Las hojas tenían un formato más grande que las de oro fino y un color un poco más pálido.
  • La hoja de plata se podía barnizar con un barniz amarillento, la corla, para obtener un aspecto dorado a un precio más asequible. Se aplicaba sobre todo en zonas poco relevantes del retablo. Con todo, la hoja de plata se podía utilizar sin amarillearse para las armaduras de los soldados, las espadas o los objetos de orfebrería plateados.

Estampa que representa el taller de un batihoja. Fuente: Encyclopédie Diderot d’Alembert, 1784 (dominio público), vía Wikimedia Commons

Procedimientos para aplicar el dorado

Algunos pintores tenían un ayudante especializado en dorar. Cuando la estructura de madera estaba preparada, con diversas capas de preparación de yeso y cola, y el pintor había dibujado la composición que quería representar, se acostumbraba a hacer unas incisiones que delimitaban claramente las zonas que se debían dorar como los fondos, los vestidos o los nimbos. A veces, el dibujo preparatorio se cubría con una capa de preparación muy fina, casi transparente, para evitar que transparentase y se hiciese visible en la capa pictórica final.  

Materiales, técnicas y recursos ornamentales para dorar (haced clic en la imagen para ampliarla). Fotos: Marta Mérida, Gráfico: Paz Marquès

Cuando se querían añadir motivos decorativos en relieve –los embutidos–, por ejemplo, perlados o elementos vegetales, se dejaba caer el yeso y la cola líquida a pincel y este estuco aplicado sobre la preparación, cuando ya estaba seco, se modelaba con hierros de raspar, siguiendo una pauta. Otras veces se adhieren decoraciones, obtenidas previamente mediante moldes –a pastiglia–, hechas con este mismo material.

Detalle de ruedecilla dentada de la obra Natividad, Guerau Gener, 1407-1411. Foto: Marta Mérida

A partir de este momento, se podía comenzar a aplicar las capas de bol, la arcilla amarillenta o rojiza y fina que se mezclaba con un temple de cola de conejo en las zonas que se tenían que dorar. La última capa se podía pulir para que quedase más impermeable. Para adherir las hojas metálicas sobre este cojín, se pasaba previamente un pincel con agua –que regeneraba la cola animal– y se depositaban los panes de oro que se adaptaban a la superficie con la ayuda de un pincel de pelo corto y acabado en plano para acabar de aplacarlos. Después, las hojas metálicas se podían pulir o bruñir con piedra de ágata para obtener una superficie brillante, y decorarlos imprimiendo pequeños dibujos con la ayuda de punzones y ruedecillas, siguiendo unos patrones.

Cuando encima de las hojas metálicas se pintaba con color opaco, se podían utilizar herramientas de madera o marfil con punta roma para raspar suavemente la pintura y hacer aparecer el oro, creando un ritmo dorado-policromo. Para conseguir efectos de transparencia sobre el oro, se aplicaban a pincel lacas transparentes coloridas. Para dorar ornamentos sobre la capa pictórica se doraba con oro de coquilla, hojas de oro triturado, que se adhería con algún tipo de a aglutinante y se aplicaba a pincel.

Herramientas para dorar. Foto: Núria Prat

Para la pintura mural, los tratadistas aconsejaban las hojas de estaño que tenían que ser de un grueso superior al del oro o la plata porque es un metal más difícil de afinar. Mientras que una hoja de oro tenía un grueso de entre 0,2 y 5 micras, una hoja de estaño lo tenía de entre 6 y 8,5 micras. Al ser más grueso, el estaño podía crear relieve encima del muro enlucido u otros soportes. Parece que las hojas de estaño se vendían con aspecto dorado, coloreados con corladura amarilla, verde o blanca.

Como precedente, ya en la pintura mural románica del Museu Nacional d’Art de Catalunya, se han encontrado restos de hoja de estaño en el nimbo crucífero del Cristo de Sant Climent de Taüll.

Ábside de Sant Climent de Taüll, Maestro de Taüll, hacia 1123 (haced clic en la imagen para ampliarla)

Ejemplo de un extracto de tratado: “Ahora que te he enseñado la manera de pintar al fresco, en seco y al óleo, quiero mostrarte cómo tienes que decorar el muro con estaño dorado en blanco y con oro puro (fino). Y ten en cuenta que tienes que usar la plata lo menos posible, ya que no perdura y se vuelve negra, tanto en una pared como sobre madera; aunque ennegrece más rápidamente sobre el muro. En lugar de plata utiliza estaño batido o en láminas. Evita también usar oro falso, que se vuelve negro rápidamente.” (Cennino Cennini, Il libro dell’arte, 1390 Capítol XCV.)

Con el proyecto Explorando el oro, visitable hasta el 18 de junio en el lateral de la Sala Oval del museo, hemos querido dar a conocer cómo aplicaban el oro los artistas y cómo los conservadores-restauradores del museo han seguido varios criterios de intervención en los dorados a lo largo de nuestra historia. Acabada la muestra, el proyecto seguirá accesible en la web.

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Conservació preventiva i restauració

Mireia Mestre
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